En el circuito Italia Clásica: de Milán a Roma, descubrimos que Italia es la simbiosis perfecta entre clasicismo y modernidad.
Seguro parpadearemos varias veces, cuando nos parezca imposible pensar que ciudades tan diferentes como Milán, Nápoles o Venecia, se encuentren en el mismo país y al alcance de nuestras manos. Italia es diversidad./p>
Italia es naturaleza, es disfrutar del hermoso Lago de Garda, recorrer los imponentes Apeninos, atravesar la llanura más grande de Italia o cruzar el río Po o el Tíber.
Nos adentraremos en la Toscana de Da Vinci, la Venecia de Marco Polo, la Roma de Miguel Ángel...En pocas palabras, Italia es un museo al aire libre. ¡Ah! y si necesitamos un respiro, nos dejaremos envolver por la paz y el misticismo que desprende la Asís de San Francisco.
Pero no solo de pan vive el hombre y en este tour tenemos tiempo para todo incluso para disfrutar de “la dolce vita". Y ¿dónde mejor que en Roma? Por ejemplo en el Trastevere, uno de los barrios más animados de la ciudad, donde mezclarse con sus gentes.
Además de todo esto, tendremos la posibilidad de conocer lo que es imprescindible durante un viaje a Italia; como un romántico paseo en góndola, conocer el Vaticano, (corazón de la cristiandad) adentrarse en las entrañas del Imperio Romano conociendo el imponente Coliseo.. y como no, pasear por la isla de Capri cuál famoso o retroceder al pasado y parar el tiempo en una de las ciudades más asombrosas de Italia: Pompeya. Finalmente debemos conocer la ciudad que logró que la pizza alcanzara la categoría de patrimonio inmaterial de la Unesco; la hermosa Nápoles, tanto como su ciudadana más ilustre, Sofía Loren.
Tempus fugit, como dirían en la antigua Roma. Veloz pasa el tiempo cuando se disfruta de tanta belleza. Y si me preguntan porque elijo el circuito Italia Clásica, pues muy sencillo: porque en 8 días de tour se consigue apreciar la esencia de Italia, porque es el único país que consigue emocionarme cada vez que regreso y nunca deja de sorprenderme.
Y sobretodo en mi trayectoria profesional como guía acompañante, no hay nada que valore más que ver la felicidad en los ojos de la gente a la que acompaño. Por eso las despedidas son siempre con un “A presto" o mejor dicho, ¡hasta pronto!