Islandia: Islandia Fascinante

El cordero islandés es uno de los más sabrosos del mundo porque pasa todo el verano pastando hierba y tomillo libremente por los campos. El pescado también tiene una excelente calidad, es muy variado y tremendamente fresco. Además, en ciertas zonas de la isla son típicos los gansos de pie rosado, el reno o el abadejo seco con mantequilla.

Pero en la gastronomía tradicional islandesa, también aparecen platos menos llamativos y reservados para valientes gastrónomos. Posiblemente sólo los más atrevidos se decidirán a probar las criadillas de carnero maceradas, la cabeza de oveja chamuscada o la carne de tiburón putrefacta. También es habitual que los turistas intenten comer carne de ballena, a pesar de que es una especie protegida y de que los islandeses apenas la consumen ya. Para culminar este festín gastronómico, nada mejor que el café y la bebida alcohólica islandesa por excelencia, el brennivín, un aguardiente de patatas y semillas de alcaravea conocido como ‘muerte negra’.

Puede que el sol de medianoche descoloque a nuestro reloj biológico, pero lo cierto es que permite hacer prácticamente cualquier cosa a cualquier hora. Una de las mejores opciones es jugar al golf. Islandia cuenta con varios campos de golf cercanos a la costa y durante el verano los mantiene abiertos a medianoche para que los aficionados puedan jugar unos hoyos en este momento tan especial del día. Sólo hay que imaginárselo: doce de la noche, una luz mágica y especial, unas vistas fabulosas y tú, con tus palos, jugando a tu deporte preferido.

De hecho, el Club de Golf de Akureyri, en el norte, acoge cada año a finales de junio el Open Ártico, un torneo abierto internacional de 36 hoyos en el que el primer golpe se da justo antes de la medianoche y la competición se desarrolla hasta la madrugada. Los turistas extranjeros son bienvenidos a los campos de gold islandeses y las tarifas que tienen que abonar son relativamente moderadas.

La situación geográfica y el peculiar clima de Islandia permiten a esta remota isla acoger una impresionante fauna, difícil de ver en otras regiones del mundo. Entre las aves que podemos encontrar destaca una sobre todas: el frailecillo. Estos pequeños payasos del océano son pájaros expresivos y sociales, que vuelan torpemente batiendo las alas entre 300 y 400 veces para mantenerse en el aire y suelen acabar cayéndose.

Sin embargo, son una especie dura y curtida, capaz de pasar los fríos inviernos en el mar y que se mueve en el agua con una elegancia innata. Cada primavera, podemos observarlos regresando para criar. De hecho, el 60% de los frailecillos del mundo anidan en Islandia y los habitantes de la isla están encantados con ello. De hecho, en Heimaey, los frailecillos a veces se desorientan por las luces del pueblo y los niños se quedan despiertos hasta tarde cada año para recogerlos y orientarlos hacia el mar.

Desde lo alto de la colina Öskjuhlíð, sus enormes tanques de agua, con capacidad para cuatro millones de litros, dominan la capital islandesa. Perlan (La Perla) es un conocido centro de ocio de Reykjavik muy popular entre las familias los domingos por la tarde. El edificio original fue diseñado por Ingimundur Sveinsson y se utilizó para almacenar agua caliente hasta 1991, cuando los tanques se vaciaron y se construyó una estructura hemisférica en lo alto.

A día de hoy, alberga un jardín de invierno, conciertos, exhibiciones y mercados. También cuenta con un mirador de 360 grados que otorga unas vistas fabulosas, tres tiendas –gourmet, de Navidad y de recuerdos- y un interesante museo para acudir con niños, el Museo de las Sagas, que explica de forma muy entretenida la historia de Islandia. Además, si todavía no hemos visto un géiser de verdad, podremos abrir boca con una versión artificial llamada Strokkur en la zona exterior del Perlan, en la parte izquierda del aparcamiento.

Si te gusta salir de marcha, Reyjkavik puede que sea tu ciudad. La capital islandesa es conocida por tener una animada vida nocturna y por una peculiar tradición: el runtur. ¿Y eso qué es? Pues salir de fiesta el viernes y no regresar hasta el domingo. En un país tan frío como éste, no hay costumbre de salir entre semana, pero el fin de semana los jóvenes y no tan jóvenes acuden a la capital para correrse una juerga monumental.

Como el alcohol es muy caro en los bares, la mayoría compra la bebida en los Vín Búo, únicos comercios que venden alcohol legalmente, y se lo toman en casa antes de salir de copas por la ciudad. Hay bares, pubs y discotecas de todo tipo, así que no hay problema para poder elegir lo que más nos guste. Aunque las discotecas cierran a las seis de la mañana, no es raro ver grupos de jóvenes bastante perjudicados un sábado a mediodía.

Nunca en la vida te volverás a dar un baño como éste: hace frío, quizá esté nevando y estás en pleno campo, en una zona árida y desangelada, pero tú estás en una piscina natural de aguas con propiedades beneficiosas y a unos fabulosos 38 grados. Parece algo de película, pero es una posibilidad más que asequible para un visitante de Groenlandia o de Islandia. En la gran isla del Ártico, podremos sumergirnos entre icebergs en los manantiales calientes de Uunartoq, donde el agua está siempre a una temperatura de entre 34 y 38 grados centígrados.

En Islandia, hay incluso más variedad. La más conocida es la Laguna Azul, un balneario geotermal situado al suroeste del país donde el agua, a una temperatura media de unos 40 grados centígrados, tiene propiedades beneficiosas en la piel. Asimismo, no hace falta salir de la ciudad para poder disfrutar de un baño tan especial. Será menos espectacular, porque la piscina no estará inmersa en un campo de lava, pero ciudades como Reykjavik tienen muchas piscinas geotermales e incluso una playa geotermal, la de Nauthólsvik, premiada incluso con una bandera azul.