Ecuador: Descubrimiento del Ecuador

Apúntate a una experiencia excepcional: ascender hasta los volcanes nevados en teleférico para acabar en la calle de La Ronda, el lugar en el que Quito detiene su reloj. Esta propuesta es ideal para conocer la ciudad en todo su esplendor. Quizá tengas que madrugar un poquito para evitar colas, pero seguro que te va a compensar. El teleférico de Quito, bautizado en 2005 como el Telefériqo, es el más alto de Sudamérica con nada más y nada menos que 4000 metros. Partirás desde los 2950 hasta llegar a los 4050 metros. Arriba te espera la cúspide de Cruz Loma, aledaña al volcán Pichincha.

Disfrutarás de un escenario increíble donde los volcanes y sus faldas nevadas son los protagonistas. Tras este espectáculo natural, nada mejor que disfrutar de otro espectáculo, esta vez, a pie de calle, en el barrio más bohemio de Ecuador, el Montrmatre. Tras el descenso, en la popular calle de La Ronda podrás conocer algunos de los rincones con más personalidad, como la calle de Juan de Dios Morales. Sus muros albergan la historia de prostíbulos y sedes improvisadas de fiestas nocturnas que no se detenían hasta la llegada del sol. Una segunda Montmatre en Ecuador que viste de edificios coloniales de un blanco impoluto y un encantador trazado estrecho de la época inca. ¡Tienes que conocerlo!

No cabe duda de que la mejor forma de conocer un país es degustar su gastronomía. Por eso hablamos un poco del toque multicultural y también multisensorial de la comida ecuatoriana. Color, sabor, matices, ingredientes variados es lo que nos vamos a encontrar. Al igual que sus paisajes, la cocina ecuatoriana tiene la mezcla de esos matices y sabores que hacen que sea tan especial. Para no dejar nada en el plato y maravillarnos de los tesoros del país del Centro del Mundo, nos acercamos a un restaurante de visita obligada en Quito, "Hasta la vuelta, Señor". En una hermosa Casa Patrimonio cultural, y escondido en el corazón de la ciudad, este restaurante cultiva un ambiente cálido y acogedor, ideal para las parejas más románticas y también para las comidas familiares alegres y distendidas. Colorido y acogedor, está ubicado en un antiguo monasterio que hará que te sientas trasladado a otra época. Sus especialidades son los platos nacionales y sus postres. Unas opciones recomendables pueden ser los tamales, humitas, pristiños acompañado de morocho.

Otra opción segura de comida local es el restaurante "Miskay", un lugar con una personalidad muy marcada en la que el servicio se encargará de hacerte las recomendaciones más acertadas en función de tus preferencias culinarias. Alejado del ruido de la plaza Foch ofrece no obstante una excelente vista de la misma que hará que disfrutes aún más de la comida. Cada orden tiene un nombre propio y una explicación que los camareros mediante un servicio impecable se encargarán de facilitarte. Como recomendación culinaria sin duda es la trilogía de ceviches, el pollo tierno o la fritada de cerdo que hará que los amantes de la carne vean cumplidas sus expectativas. No hay que olvidar que cuentan con una variedad amplia de cervezas artesanas de alta calidad por si te apetece probarlas y relajarte en un ambiente tranquilo y apacible.

A 17 kilómetros de Quito y a 5 minutos del monumento a la Mitad del Mundo, nos encontramos con una delicia de espacio que rinde homenaje al Astro Rey, al Dios Sol. Ortega Maila, reconocido como uno de los mejores artistas del planeta, nos hace contemplar toda la grandeza y cultura ancestral a través de un lugar llamado el Templo del Sol. Ubicado en el cráter del volcán Pululahua, vía a Calacalí, se levanta una grandiosa edificación en piedra que es considerada un lugar cargado de fuerza y energía. En él se han realizado múltiples rituales ancestrales y para muchos es una zona llena de magia.

Se trata de un imponente museo en espiral dividido en tres espacios de más de quinientos metros cuadrados y resulta uno de los museos más valorados de América Latina. En la primera planta está la Cámara Solar, un espacio que nos habla de la astronomía andina y el uso que hacían los indígenas para ser guiados por el Sol a la hora de sembrar, recoger, purificarse y seguir sus ritmos y decisiones vitales. En la segunda y tercera planta se encuentran las obras del artista, pinturas y esculturas, un museo con temática indígena que nos muestra su cultura y sabiduría.

Los amantes de la naturaleza encontrarán aquí el escenario perfecto para disfrutar. La Avenida de los Volcanes lo forman una serie de volcanes que tienen los Andes ecuatorianos y que simulan las perlas de una cadena. Con este nombre los bautizó Alejandro Humboldt en el año 1802. Un recorrido de más de 300 kilómetros en el que disfrutar de todo tipo de actividades en contacto con la naturaleza más pura. Tanto si eres un amante de la escalada como si jamás has tenido experiencia en esta actividad, puedes tomar contacto en un escenario irrepetible.

Si prefieres las caminatas de medio día, puedes elegir varios escenarios, desde zonas selváticas hasta cumbres heladas con temperaturas inferiores a los 10 grados bajo cero. Si eres un amante de los animales, también tienes oportunidad de realizar actividades de observación de aves silvestres, cabalgatas a caballo y hasta tours en bicicleta si lo tuyo son las dos ruedas. Actividades de todo tipo que aunan deporte y naturaleza en su mirada más salvaje. No te olvides la cámara de fotos, querrás retratar muchos de estos escenarios inolvidables.

A lo largo del canal del río Tomebamba recorremos la ciudad de Cuenca, tercera del país, en un itinerario único. Se trata de una forma de disfrutar de la arquitectura y rincones de la ciudad en contacto con la naturaleza. Tanto locales como turistas se acercan a disfrutar de las vistas y el fluir del caudal. A lo largo del recorrido hay múltiples bancos en los que descansar o detenerse a leer. Por toda la extensión del paseo del río hay muchos cafés y bares llenos de encanto en los que detenerse a su vez a disfrutar de las vistas, y de la excelente calidad del café ecuatoriano. A sus orillas es frecuente, aún a día de hoy, ver a mujeres que acuden a lavar al río haciendo uso de las antiguas piedras a los lados del caudal.

Después del paseo por la vera del Tomebamba es recomendable ver el atardecer desde el mirador de Turi. Turi, "hermano" en kichwa, mirador cercano al centro de Cuenca, desde donde se obtiene una magnífica vista de toda la ciudad y las montañas que la rodean. Si lo visitas al atardecer, la luz es ideal para una excelente panorámica y la velada es musicalizada por los sonidos de muchos de los cafés que se encuentran situados frente al mirador.

El volcán Cotopaxi es una hermosa figura de casi 6000 metros de altura situada a 50 kilómetros al sur de Quito. Se trata de un volcán joven que permanece activo y forma un cono con cráter en la cima y a cuyos lados descienden glaciares. El parque nacional que lo alberga es uno de los parques nacionales más impresionantes de Ecuador. Esta bella reserva ecológica que rodea al volcán se localiza en la frontera entre las provincias de Pichincha y Cotopaxi. Te resultará especialmente curioso la abrupta elevación del volcán sobre un terreno relativamente plano con lo que te impresionarás de las maravillosas vistas desde cualquier ángulo que lo mires.

El parque nacional Cotopaxi es una opción muy popular entre los amantes del montañismo. Respecto a la fauna, este ecosistema es el hogar de una amplia variedad de animales y plantas. Una variada y autóctona combinación de coníferas con lobos, pumas, osos, conejos, cóndores, caballos salvajes y zorros. No te olvides de hacer fotos y llevar la batería del teléfono cargada. Los paisajes son especialmente hermosos.

Las Peñas, así se llama el barrio más tradicional de la ciudad. Su calle empedrada, Numa Pompilio Llona, invita a recorrer sus casas patrimoniales. En este lugar vivieron personajes importantes de la política y cultura del país, como el músico y compositor del himno nacional, Antonio Neumane, y el escritor Enrique Gil Gilbert. Inclusive, se registra el paso de Ernesto “Che” Guevara, quien según se atestigua, permaneció con la gente del lugar. El barrio se mantiene a través del tiempo. Si se continúa su paseo se llega hasta el Puerto Santa Ana, el área más “modernizada” de la ciudad.

El edificio omnipresente de la Ciudad del Río, The Point, se levanta entre algunos restaurantes frente al río Guayas. Nuestro paseo completo culmina con una actividad divertida a la vez que romántica… y es subirnos a La Perla. Este es el nombre que recibe la Noria Mirador de casi 60 metros situada justo al norte del Malecón 2000 en una plataforma situada sobre el río Guayas muy cerca del Cerro Santa Ana, uno de los lugares más emblemáticos de Guayaquil. Se trata de la única atracción de este tipo en todo el país. Recientemente abierta hace que el punto final a la visita de la ciudad bien merezca un descanso en una atracción tan especial como la noria. ¡Te sentirás como un niño!

Los españoles asentaron aquí la ciudad de Quito, ya que gracias a su elevación suponía un buen lugar de defensa, y lo bautizaron como “El Panecillo” por su parecido a una hogaza pequeña. En la colina construyeron el Fortín del Panecillo, sede de la guarnición militar en Quito. La capital de Ecuador nos ofrece un mirador natural situado en el corazón de la capital y en el que merece la pena detenerse a tomar fotografías, ya que sin duda es uno de los espacios más representativos. En el Panecillo nos encontraremos con una enorme escultura de aluminio del español Agustín de la Herrán Matorras, dedicada a la Virgen de Quito. Esta Virgen conocida por los locales como Virgen del Panecillo, es uno de los momentos más destacados. Cuenta con más de 30 metros de alto, que contando la base alcanza los 41. Es la estructura de aluminio más alta del mundo, y supera en altura al Cristo Redentor de Río de Janeiro.

Para completar el acercamiento a la esencia de la ciudad, es ideal acercarse a un museo muy especial, por lo auténtico de su contenido. Si el Panecillo es el origen de la ciudad, el Museo de la Ciudad es el que se encarga de exponer la vida cotidiana de Quito y la historia de sus habitantes. Es un espacio en el que converge tradiciones de Quito, desde sus primeros asentamientos hasta los últimos años del siglo XIX.