República Checa: Escapada a Praga y alrededores
Descubre la riqueza histórica, cultural y arquitectónica de la República Checa
Conoce el viajeRepública Checa: Escapada a Praga y alrededores
- Duración
- 5 días
- Tipo de circuito
- Escapada
Comenzamos este increíble viaje en una de las ciudades más bellas y más visitadas del mundo: Praga. La capital de la República Checa y de la región de Bohemia cuenta con rincones que cautivarán tus sentidos. Visitaremos el Barrio Judío, la Plaza de Wenceslao, el famoso Puente de Carlos, las iglesias de San Nicolás y Santa María de Tyn, y la Plaza de la Ciudad Vieja, donde se encuentra el Ayuntamiento y el célebre reloj astronómico. En tu tiempo libre podrás visitar alguno de los museos de la ciudad, el interior de sus sinagogas, ir de compras, o aprovechar para probar alguna de sus famosas cervezas, como la Pilsner Urquell. También tendrás opción de visitar el conjunto artístico monumental del Castillo de Praga, donde encontrarás la Catedral de San Vito y el Palacio Real Viejo, lugar en el que se prendió la chispa de la Guerra de los 30 años.
“Te adentrarás en la región de Bohemia para visitar Cesky Krumlov -una de las poblaciones más bellas de la República Checa- y Ceske Bujedovice, donde degustarás la famosa cerveza Budweiser”
Continuaremos nuestro recorrido en la región de Bohemia del Sur. Concretamente en Cesky Krumlov, posiblemente una de las poblaciones más bellas de la República Checa que se encuentra ubicada en el meandro del río Moldava y rodeada de una impresionante riqueza natural, cuenta con un casco histórico en el que podremos ver tanto edificios góticos como renacentistas y modernistas. Desde allí nos dirigiremos a Ceske Bujedovice, donde degustaremos la famosa cerveza Budweiser, producida en esta ciudad. En la recta final de la aventura volveremos a la región de Bohemia y haremos una parada en la famosa estación termal de Karlovy Vary, donde la realeza, la aristocracia, la alta burguesía y el mundo de la cultura del siglo XIX acudían a tomar las aguas.
Emociones nuevas en tu viaje
El Castillo de Praga es la atracción más visitada de Chequia. Según el Libro Guinness de los récords, es el castillo antiguo más grande del mundo (ocupa una superficie equivalente a siete estadios de futbol en medio de una colina).
Este palacio fundado hace más de mil años ha sido la residencia de reyes, emperadores y presidentes. Patrimonio de la Humanidad, el Castillo de Praga presume de una grandiosidad creada gracias a la mezcla de estilos arquitectónicos que trasladan al visitante a diferentes épocas a la vez. Recorre los patios y jardines, el antiguo palacio real y la basílica de San Jorge, aunque la estrella de esta miniciudad es la catedral de San Vito, la más grande y famosa del país. Su impresionante interior guarda uno de los objetos de plata más grandes del mundo, la tumba de San Juan Nepomuceno, 200 kilos de plata maciza y con una leyenda muy interesante. La capilla más bonita es la que guarda los restos del patrón, san Wenceslao. Al final del tour se encuentra una de las calles más pintorescas de la ciudad, el Callejón del Oro, un desfile de puertas pintorescas donde hay que buscar aquella dónde residió el gran escritor, Franz Kafka.
Ten en cuenta que para visitar todos los edificios y exposiciones hay que disponer de casi un día entero, por lo que si no tienes tanto tiempo, es aconsejable seleccionar. El castillo ofrece muchos lugares para visitar pero desde lejos hay una opción muy recomendable: admirarlo al anochecer desde el otro lado del río Moldava.
Cuando salgas al Callejón del Oro, una calle corta y estrella que debe su nombre a los orfebres que la habitaron en el siglo XVII, busca la casa número 22. Allí vivió el escritor Franz Kafka, ya que por aquel entonces era un lugar muy barato para residir.
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) visitó Praga varias veces en su vida y durante estas estancias creó algunas de sus más reconocidas obras. Puedes seguir los pasos del genial compositor visitando la encantadora Villa Bertramka, residencia de los Dusek, unos hospitalarios amigos que acogieron al compositor durante sus visitas a la ciudad. En casa de los Dusek, Mozart reconoció que pasó los días más felices de su vida. Allí acabó su famoso Don Giovanni -agónico, la noche antes del estreno el 29 de octubre de 1787-, y allí también compuso su mejor aria, Bella mia fiamma. Se dice que la mujer de Dusek, una famosa cantante llamada Josefina, lo encerró en una estancia de la casa con la exigencia de que creara una pieza exclusiva sobre ella. El resultado fue Bella mía Fiamma.
Villa Bertramka, en el distrito de Smíchov, cuenta hoy esta historia y se ha convertido hoy un museo dedicado al genial compositor. Creado en 1920, tras varias renovaciones y un tiempo cerrado, volvió a abrir en 2012 y en él se expone, entre muchos objetos, el clavicordio con el que Mozart tocó. Además de inspirarse en la bella y tranquila Bertramka, Mozart también tuvo ocasión de tocar en algunos de los órganos de la Capilla de los Espejos en el Klementinum, y en la Iglesia de San Nicolás, sobre la plaza de Mala Strana. En el monasterio de Strahov, el célebre músico improvisó una sonata en el órgano de arriba, en la galería occidental. Sentado, tocaba ajeno a lo que sucedía mientras abajo, los monjes absortos transcribieron su impromptu. ¿Te lo imaginas? Su última visita a Praga fue en 1991. Le habían encargado otra opera para celebrar la coronación del emperador Leopoldo II como rey de Bohemia pero estaba tan enfermo que abandonó la ciudad y no vio el estreno de La clemenza di Tito, en el Teatro de los Estados. Murió tres meses después. Se recuerda que en la iglesia se San Nicolás sonó el Réquiem en muestra de duelo. Cómo no, fue interpretado por su amiga Josefina.
En el salón de conciertos o en los jardines de Villa Bertramka se celebran frecuentemente conciertos de música de cámara en el mismo entorno en el que vivió y trabajó Mozart.
Los checos suelen ocupar los primeros puestos de la clasificación mundial de bebedores de cerveza. Y por si te queda alguna duda, no hay nada mejor que visitar Ceske Bujovice, la cuna de una de las mejores cervezas del mundo, la Budweiser.
Conviene no confundirla con la marca estadounidense, creada en el siglo XIX casi como homenaje pero que acabó chocando comercialmente con la original. De hecho, la americana derivó hacia una cerveza más comercial y económica de producir y la checa mantiene toda la elaboración –y el coste- tradicionales. De hecho, la fábrica Budvar es propiedad del Estado checo desde 1967, aunque fabrica cerveza desde finales del siglo XIX siguiendo una tradición en la ciudad de más de 700 años. Cualquier cervecería de Ceske Bujovice es una buena opción para catar alguna de las variedades fabricadas en la localidad. Y si por lo que sea no has podido o querido tomarla cuando has recorrido la localidad, ten en cuenta que podrás disfrutar de fantásticas cervezas en cualquier punto del país.
Si se dispone de tiempo y ganas, se puede visitar la fábrica Budvar, situada al norte de la ciudad y bien comunicada. Eso sí, hay que ir en grupo.
Cuando llegues a su altura, notarás que sus pies son distintos que el resto del cuerpo: brillan. La razón es que la práctica totalidad de los visitantes de Praga frotan esa zona de la estatua de San Juan Nepomuceno para pedir un deseo y llevarse consigo una pequeña parte de la suerte de la ciudad.
Eso sí, todos desearán que les vaya mejor que al santo que, según la leyenda, fue arrojado al río Moldava después de ser torturado por no revelar al rey los secretos de confesión de la reina. Su estatua de bronce es una de las 30 que se yerguen en el puente de Carlos, uno de los monumentos más visitados de la capital checa. Dice la leyenda que el rey Carlos IV lo inauguró en 1357 el día 9 del mes 7 a las 5 horas y 31 minutos para aprovechar la alineación favorable del Sol y Saturno y para completar una mágica combinación capicúa de números impares del 1 al 9 y viceversa.
El puente está hecho para cruzar un río y caminar sobre él, pero si quieres verlo al completo, la mejor opción es subir a la Torre de la Ciudad Vieja, que custodia el puente y otorga una estupenda panorámica del mismo y del resto de la ciudad. Si te gusta la música, es fácil que tengas que pararte varias veces en tu paseo por el puente de Carlos, porque los músicos callejeros suelen apostarse allí con sus instrumentos.
El plan de viaje a tu alcance
- Cena.
- Praga
- Desayuno. Almuerzo.
- Praga
- Panorámica de Praga
- Desayuno. Cena.
- Cesky Krumlov
- Ceske Budejovice
- Panorámica de Český Krumlov
- Desayuno.
- Karlovy Vary
- Praga
- Desayuno.
- Praga
¿Quieres saber más de República Checa?
República Checa es un destino ideal para disfrutar de la buena mesa. Influenciada por cocinas próximas como la alemana y la austriaca, los platos que salen de sus fogones se caracterizan por sus sabores, llenos de sorprendentes matices, y el uso de la carne acompañada de deliciosas guarniciones donde patatas, arroces, vegetales y pastas son los protagonistas. ¡Disfruta del delicioso plato nacional que no es otro que cerdo asado acompañado de pasta y col! Situada entre la tradición y la modernidad, la gastronomía del país combina de manera magistral recetas tradicionales llenas de historia con modernos conceptos culinarios que, en algunos de los casos, podrás descubrir en elegantes restaurantes reconocidos con Estrella Michelín. Entre sus platos más tradicionales se encuentran el knedlíky, el knedlo, el zelo, la bramborové knedlíky, el bramborák... ¡Pruébalos todos! Otra de las especialidades gastronómicas, muy típicas en celebraciones, son los deliciosos chlebíčky. Muy parecidos a los pinchos son auténticos manjares en miniatura.
República Checa es además un destino perfecto para los amantes de lo dulce. Disfruta del bizcocho tradicional (bábovka), de las tortitas con mermelada y quark (koláč), del delicioso hojaldre relleno de manzana (jablečný závin), de las galletas de jengibre de Bohemia, de las tartas y pasteles elaborados con los famosos quesitos de Olomouc... Y para brindar, nada mejor que sus cervezas -pivo- y vinos locales.
Si viajas al país puedes llenar tu maleta de un gran número de regalos y recuerdos originales y típicos, ya que debido a que el país no pertenece a la zona euro ofrece al viajero precios más competitivos que los que se registran en otros países europeos.
Entre los productos más tradicionales se encuentran las artesanales marionetas, auténticas protagonistas de leyendas y cuentos de príncipes y princesas; el magnífico cristal de Bohemia y el cotizado granate checo, una piedra semipreciosa que lleva siglos adornando joyas de la nobleza y realeza europea… En el terreno gastronómico, no te pierdas las deliciosas obleas rellenas de dulce y la labecherovka, una bebida de alta graduación popularizada a principios del siglo XIX... Otras bebidas del país son los excelentes vinos de las centenarias bodegas de Bohemia o Moravia y la tradicional y reconocida cerveza local.
•1 de enero- Día de la Restauración del Estado Checo Independiente y Año Nuevo
•Viernes Santo
•Lunes de Pascua
•1 de mayo Día del Trabajador
•8 de mayo- Día de la Victoria. Día de la Liberación del Fascismo
•5 de julio- Día de los apóstoles eslavos San Cirilo y San Metodio
•6 de julio- Día de la muerte en la hoguera del maestro Jan Hus
•28 de septiembre- Día del Estado Checo
•28 de octubre- Día de la Fundación del Estado Checoslovaco Independiente
•17 de noviembre – Día de la Lucha por la Libertad y la Democracia
•24 de diciembre- Nochebuena
•25 de diciembre– Primer Día de Navidad
•26 de diciembre– Segundo Día de Navidad
Las temperaturas en la República Checa suelen ser moderadas, aunque son normales las oscilaciones climáticas entre las diferentes estaciones del año. Además, su proximidad a las barreras montañosas facilita que el país tenga una climatología continental. Las temperaturas que se registren en las diferentes regiones dependerá, en buena medida, de su ubicación geográfica y de la altitud en la que se encuentre respecto al nivel del mar. Los meses invernales, las estampas nevadas y las heladas suelen ser habituales en casi todo el país.
A partir de finales de marzo o principios del mes de abril, empiezan a ascender las temperaturas, produciéndose el deshielo de las montañas y coloreando los campos y vegetación de brillantes colores. Por su parte, los meses estivales suelen registrar temperaturas más elevadas.