
Portugal: Madeira a fondo
- Duración
- 8 días
- Tipo de circuito
- Circuito


Dicen que Madeira consigue comprimir todos los continentes en su pequeña superficie. Podremos comprobar su variedad de paisajes gracias a un completo recorrido de ocho días que nos permitirá explorar todos los rincones de la isla. Comenzaremos visitando algunos de los muchos puntos de interés de la capital, Funchal, como su ajetreado Mercado dos Lavradores, su catedral o sus famosas bodegas de vino. También podremos contemplar la belleza de la ciudad desde el mar y conocer su folclore y gastronomía mediante una cena espectáculo. Una ruta por el este de Madeira nos permitirá contemplar las vistas desde el Pico do Arieiro y la rica flora de Ribeiro Frío. Podremos fotografiar las coloridas casas triangulares de Santana antes de gozar de los impresionantes paisajes de la costa de Ponta de Sao Lourenzo y de pasear por las calles adoquinadas de la antigua capital, Machico. En nuestro cuarto, dispondremos de tiempo libre o podremos apuntarnos a la excursión opcional a los espléndidos Jardines de la Quinta do Lago. En el oeste de Madeira caminaremos por el pintoresco pueblo pesquero de Camara do Lobos, los fabulosos paisajes de la Ribeira Brava, Ponta do Sol, Calheta, la meseta de Paul da Serra y Rabasal.
“En la encantadora Sao Vicente caminaremos entre sus bellas casas de puertas y balcones verdes, marcos de color rojo oscuro y fachadas blancas”
Después de visitar Porto Moniz y Sao Vicente, cruzaremos el valle hasta Encumeada, desde donde podremos ver el mar tanto al norte como al sur, antes de regresar a Funchal haciendo un alto en el camino en Cavo Girao, uno de los acantilados más altos del mundo. En la parte interior de la isla, encontraremos montañas y valles de gran espectacularidad. Comenzaremos por el Pico dos Barcelos y la Eira do Serrado, donde gozaremos de una vista panorámica de Curral das Freiras (Refugio de las monjas). Seguidamente, visitaremos Monte, donde se encuentra la iglesia de Nossa Senhora do Monte, patrona de la isla, antes de regresar a Funchal, donde iniciaremos una ruta cultural por varios de sus museos, el convento de Santa Clara o la fortaleza de Nossa Senhora da Conceiçao. Para completar el día, tenemos la opción de descender el Monte Toboggan subidos en un carro de cesto tradicional. En Madeira, además, tendremos una doble opción: bien disfrutar de otro día libre para seguir recorriendo a nuestro aire la isla, bien apuntarnos a alguna de las excursiones opcionales, como dar un agradable paseo por las levadas, unos senderos con fabulosas vistas; o hacer una ruta safari por el centro de la isla.
Emociones nuevas en tu viaje
Poco importa que los hipermercados y los supermercados hayan llegado hace años a Funchal. El corazón comercial de la capital de Madeira sigue siendo el clásico Mercado dos Lavradores, donde se pueden encontrar frutas, verduras, flores o una coqueta lonja de pescado con todas las capturas del día.
Construido en 1941, desde ese momento se convirtió en el centro neurálgico de la actividad social de la capital y aún hoy alberga el encuentro entre los productores de todas las islas y los compradores locales y foráneos que se pasean por los puestos para comprar. En la entrada, encontraremos a los vendedores de flores, ataviados normalmente con trajes tradicionales. En la planta baja y el primer piso hay puestos de frutas, verduras, comestibles y objetos para el hogar. Además, en las planchas de piedra de la lonja, se muestran los peces espada o los atunes que acaban de traer los pescadores desde el Atlántico.
Poco después de la llegada de los conquistadores portugueses, los habitantes de Madeira empezaron a construir un complejo sistema de vías de agua para regar sus cultivos.
La idea era trasladarla desde los fértiles valles, donde caía el agua de la montaña, hasta todos los puntos de la isla con el objetivo de poder cultivar en cualquier punto. Así, a comienzos del siglo XX, se contabilizaban más de 200 levadas que el Gobierno portugués organizó y reformó de tal manera que muchos de ellos tienen un camino de mantenimiento paralelo para facilitar el acceso. De este modo, se ha conseguido otra ventaja: convertir estos canales de irrigación históricos en senderos para realizar excursiones desde Funchal hasta las montañas caminando por unos paisajes espectaculares bajo un ambiente sereno, sin ruidos y con un aire extremadamente puro. Hay caminos que pasan por más montañas y otros serpentean entre los bosques, así que hay posibilidad de elegir lo que más nos apetezca.

Como la red de levadas no es circular, puede ser bastante complicado regresar al punto de partida. La mejor opción es coger un taxi en el punto de inicio y pedirle que nos espere al final o llamarlo una vez hemos llegado.
Visitar Madeira es visitar un vergel de flores y vegetación. La isla ya contaba con una enorme variedad de especies autóctonas y con bosques de laureles, pero su excepcional clima le ha permitido trasplantar con éxito una enorme cantidad de flores, arbustos y árboles procedentes de otras partes del mundo.
Esta descomunal variedad se puede comprobar en los muchos parques y jardines botánicos que tiene la isla. Sólo en Funchal podremos visitar el Jardim de Sao Francisco, el Parque de Santa Catarina, la Quinta das Cruzes o el excepcional Jardim Botánico. Este último ocupa una soleada ladera con unas estupendas vistas donde la familia Reid construyó su mansión. Allí podremos ver en directo los bellos geranios de Madeira, las espigas azules del massaroco –casi un símbolo de la isla-, el lirio de los valles, la caoba y el enebro de Madeira o el impresionante ranúnculo gigante. Y entre las flores, conviene no perderse las orquídeas, el agapanto, la protea rey, el floripondio o la jacarandá, entre otras muchas.

En el interior de Madeira sobreviven los vestigios del bosque primigenio de laurel que ocupaba el sur de Europa antes del último periodo glaciar –hace unos 10.000 años-. Después, sólo Madeira, Canarias, las Azores y el oeste tropical de África mantuvieron el clima adecuado para que siguiesen vivos los árboles y arbustos subtropicales. Este tipo de bosque del interior de Madeira, conocido como laurissilva, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999.
Madeira y Flandes están separadas por el Océano Atlántico y casi 3.000 kilómetros. Sin embargo, la intensa relación comercial que tuvieron la isla y el puerto de Amberes desde mediados del siglo XV tuvo una curiosa consecuencia cultural: la acumulación de obras de arte flamenco en Funchal, donde se acabó abriendo el Museu de Arte Sacra.
Mercaderes y terratenientes encargaban retablos para las iglesias locales donde querían salir retratados juntos a sus familiares en postura orante. Probablemente, no se desplazaban hasta Flandes para hacer de modelos, así que algún artista local hacía un retrato simple, que se enviaba hasta Amberes para que los artistas flamencos los plasmasen en el retablo. El elegante edificio que alberga ahora el museo era anteriormente el palacio episcopal y se encuentra al lado sur de la Praça do Município. En la primera planta se exponen las pinturas flamencas de los siglos XV y XVI y en el primer piso se muestran las esculturas religiosas y objetos de culto del siglo XVI hasta el siglo XX.
No está claro cuándo comenzó a producirse vino en Madeira, aunque se da por hecho que su fermentación arrancó nada más llegar los colonizadores portugueses, porque ya hay registros de exportación de barricas tan sólo 25 años después de la llegada de Zarco y Teixeira.
Desde entonces, el vino de Madeira ha conseguido un prestigio mundial después de, por ejemplo, aparecer en obras de Shakespeare o servirse para festejar la independencia de Estados Unidos en 1776. Los viñedos en Madeira se siembran en pequeños recintos de tierra conocidos como poios, que se apoyan en terrazas para poder distribuirse a lo largo de las laderas, aunque esto muchas veces suponga un difícil acceso para vendimiar. Hay más de treinta variedades de vino de Madeira, donde las más nobles son, la Sercial –el más seco, tomado habitualmente en el aperitivo-, Boal –que acompaña a los postres o los quesos-, Verdelho –semiseco para tomar durante la comida- y Malvasia –el más dulce, adecuado para la sobremesa-.

Para probar el vino de Madeira, la mejor opción es visitar una de las bonitas bodegas de Madeira. Muchas de ellas están en Funchal, como la preciosa Old Blandy, situada en un antiguo monasterio del siglo XVII.
Pese a su pequeño tamaño, Madeira puede presumir de muchas cosas en el ámbito balompédico. Uno de los mejores jugadores del mundo, Cristiano Ronaldo, nació en Funchal en 1985.
La capital cuenta con dos equipos en la máxima categoría nacional, el Club Sport Marítimo y el Clube Desportivo Nacional. Y además, la isla presume de haber acogido la celebración del primer partido de fútbol de la historia de Portugal en el Largo da Achada, en Camacha, en 1875. El joven británico Harry Hinton fue el introductor del ‘juego de la pelota’ en la isla y él impulsó el primer encuentro en un pequeño altiplano junto a la iglesia parroquial del centro de Camacha. Actualmente, esta zona es muy frecuentada porque hay una plaza para representaciones folclóricas y un parque infantil, aunque también se creó un pequeño campo de fútbol en recuerdo del estreno del deporte rey en Portugal. Aparte de esta curiosidad histórica, la mejor opción para disfrutar del fútbol en Madeira es acudir al estadio del Marítimo, en la freguesía de Sao Martinho, a dos kilómetros del puerto de Funchal; o el Estadio de Madeira, al norte de la capital, donde juega el Nacional.

A los mitómanos del fútbol actual les puede interesar seguir la huella de Cristiano Ronaldo en su isla natal. El jugador del Real Madrid inauguró recientemente una estatua en su honor en la Praça do Mar de Funchal, obra del artista local Ricardo Veloza. Justo delante de la estátua, Cristiano Ronaldo, cuenta también con un museo. Además, el delantero luso recibió el Cordao Autonómico de Distinçao, la más alta distinción del gobierno regional.
Aunque al viajero no le interese el fútbol en general o Cristiano Ronaldo en particular, cuando aterrice en Madeira lo hará en el aeropuerto internacional Cristiano Ronaldo, después del cambio de nombre efectuado en marzo de este año.
A lo largo de su historia, Madeira ha vivido varios ciclos históricos, tanto de fuertes crisis económicas como de momentos boyantes.
Entre estos últimos destaca el llamado ‘ciclo del azúcar’, sin duda la etapa más próspera en la historia de Madeira desde su descubrimiento en 1420. Medio siglo después de la llegada de Zarco y su incorporación al reino de Portugal, Madeira vivía una etapa de crecimiento económico gracias al comercio de trigo, tintes, vino y madera, aunque el azúcar era el producto que más beneficios aportaba. Gracias al comercio con Londres, Amberes, Venecia y Génova, la isla fue durante 150 años el principal productor de azúcar de toda Europa y parte de las ganancias que obtenía con este comercio las destinaba al arte y la arquitectura. Años después, este comercio decayó y actualmente sólo quedan activos dos molinos de azúcar en toda la isla, en Calheta y Porto de Cruz. Curiosamente, ambos datan del siglo XIX, cuando durante un tiempo resurgió el comercio de este dulce producto por el aumento de la demanda de azúcar de alta calidad.

Cristóbal Colón visitó por primera vez Madeira en 1478 con el encargo de comprar 2.400 arrobas de azúcar
Es un medio de transporte único en el mundo. A medio caballo entre un trineo, un sillón de mimbre y una cesta de ropa, los carros de cesto son una de las grandes atracciones turísticas de Madeira.
Una o dos personas pueden subirse a uno para deslizarse calle abajo y llegar hasta Funchal. El recorrido, de dos kilómetros, discurre desde Monte hasta la localidad de Livramento. Antiguamente, los bueyes se encargaban de empujar este peculiar medio de transporte de productos agrícolas desde las terrazas hasta los puertos de las islas. Sin embargo, ahora son dos hombres elegantemente vestidos de blanco, con un sombrero de paja al estilo gondoliero y botas de cuero tradicionales, los carreiros, quienes se encargan de empujar a una velocidad considerable pero no peligrosa a los turistas. Eso sí, ellos ya no tienen que volver a subir toda la cuesta con el carro, sino que vuelven a Monte en un camión.
El plan de viaje a tu alcance
- Cena y alojamiento.
- Funchal
- Desayuno. Almuerzo. Cena. Alojamiento
- Funchal
- Espectáculo tradicional con cena
- Excursión Funchal tradicional
- Desayuno. Almuerzo. Cena. Alojamiento
- Funchal
- Excursión al Este de Madeira
- Desayuno. Cena.
- Funchal
- Desayuno. Almuerzo. Cena. Alojamiento
- Funchal
- Excursión al Oeste de Madeira
- Desayuno. Almuerzo. Cena. Alojamiento
- Funchal
- Excursión Eiro do Serrado y Monte
- Convento de Santa Clara
- Iglesia Nossa Senhora Conceiçao
- Museo Qinta das Cruzes o museo Federico de Freitas
- Desayuno. Cena. Alojamiento
- Funchal
- Desayuno.
- Funchal
¿Quieres saber más de Madeira?
La cocina de Madeira encuentra en la espada y la espetada dos de sus principales pilares. La espada o pez espada es, sin duda, uno de los reyes de la gastronomía local. Degústalo de mil maneras, a cual más deliciosa. El atún, el bacalao o el pez papagayo son otros de los pescados más consumidos.
Por su parte, la espetada es un característico plato propio de las regiones rurales que merece ser saboreado sin prisas. Los platos de carne también son una buena opción en este bello paraje portugués. Disfruta del tradicional espetón y del cabrito asado. El broche final lo ponen los postres, las tartas, las galletas, los helados… Un universo dulce delicioso que te animamos que descubras.
Agradable y llena de vida, Funchal te permitirá disfrutar de increíbles horas de shopping entre tiendas de marcas lusas e internacionales, comercios tradicionales cuidados hasta el último detalle, coquetos establecimientos gourmet donde encontrarás el recuerdo más sabroso del viaje.
Encabezan la lista de nuestros recuerdos imprescindibles las bellas sábanas y manteles, el afamado vinho da Madeira o sus deliciosos licores, los excelentes artículos realizados en mimbre o cuero… Te sorprenderá conocer el origen filantrópico de sus reconocidos bordados que se remonta a un siglo, el XIX, y a una mujer inglesa, Elisabeth Phelps, que impulsó a las mujeres de Madeira a bordar productos que posteriormente eran vendidos en la Inglaterra victoriana. Madeira es también famoso por bellas flores como las fotogénicas y delicadas orquídeas. No puedes abandonar Madeira sin conocer el popular y colorido "Mercado dos Lavradores", auténtica joya para adquirir alimentos y productos locales y uno de los centros sociales más sorprendentes de este paraíso terrenal.
•1 de enero: Año Nuevo
•Martes de Carnaval
•25 de abril: Día de la Libertad
•Corpus Christi
•1 de mayo: Día de los Trabajadores
•10 de junio: Día de Portugal
•1 de julio: Día de Madeira
•15 de agosto: Asunción de Nuestra Señora
•5 de octubre: Instauración de la República
•1 de noviembre: Día de Todos los Santos
•1 de diciembre: Restauración de la Independencia
•8 de diciembre: Inmaculada Concepción
•25 de diciembre: Navidad
•26 de diciembre: San Esteban