Bélgica: Londres, Bruselas y Ámsterdam

Después de las celebraciones de Nochebuena y Navidad, el Reino Unido continúa los festejos el 26 de diciembre con el Boxing Day. ¡Es uno de los días más entretenidos del año en Londres!

Casi todo el mundo tiene vacaciones y hay una larga lista de posibilidades para divertirse. Muchos lo pasan en familia yendo a museos, parques, centros de ocio… o al estadio de su equipo preferido, porque en vez de parar la liga como hacen en otros países, en Inglaterra es precisamente cuando más partidos hay para que los aficionados puedan disfrutar del espectáculo. En Londres, hay seis equipos en la Premier League (primera división inglesa), así que no tendremos problemas para ver un duelo de máximo nivel. Si no nos gusta el fútbol, otra buena opción es acudir a una carrera de caballos de ésas que tanto éxito tienen en Inglaterra o irnos de tiendas, porque desde hace años muchos negocios ofrecen suculentas rebajas para el Boxing Day.

GMT. Hemos leído muchas veces estas siglas unidas a las horas de los destinos a donde viajamos. Significan Greenwich Mean Time (Hora del Meridiano de Greenwich), es decir, la hora de referencia a partir de la cual se calculan todas las demás en el mundo.

Este meridiano, también llamado meridiano cero, recibe su nombre de un precioso barrio londinense que, a buen seguro, será una de las visitas más agradables en nuestra ruta por la capital británica. Siempre es buen momento para dar una vuelta por allí, pero uno de los momentos más especiales del año es cuando se cambia la hora. ¿No es curioso ir, por ejemplo a finales de octubre, a cambiar nuestro reloj justo en el lugar que todo el planeta tiene como referencia para saber su hora? Obviamente, no vamos a ver ninguna línea; sin embargo nos encontraremos con un delicioso barrio de la capital que parece más bien un típico pueblo inglés, con uno de los mercados más concurridos de Londres. Además, hay varios museos navales, el famoso velero Cutty Sark y, por supuesto, el observatorio y el planetario, situados en la cima de la colina del espléndido parque de Greenwich.

Si no tenemos claro qué regalarle a nuestros hijos o nuestros sobrinos para Reyes, podemos aprovechar nuestra visita a Londres para solucionar nuestra duda. Entre el 188 y el 196 de la céntrica Regent Street se levantan cinco pisos enteros dedicados a los más pequeños: es Hamleys, la juguetería más grande y antigua del mundo.

La fundó William Hamley en 1760 bajo el nombre de “El Arca de Noé” y desde entonces se ha convertido en toda una institución en la capital británica. Ya no se encuentra en su ubicación original –se quemó en un incendio en 1901-, pero la tienda en Regent Street lleva abierta desde 1881 y, aunque no es la única de la marca, sin duda es la más especial. Cruzar su puerta es adentrarse en un mundo lleno de color e ilusión, plagado de juguetes y todo tipo de atracciones para niños. Además, los empleados están volcados en su trabajo y realizan numerosas exhibiciones con las últimas novedades.

“Remember, remember, the fith of November...” (Recuerda, recuerda, el cinco de noviembre). Así comienza un poema famoso en todo el Reino Unido que recuerda la noche en la que Guy Fawkes y un grupo de católicos intentaron volar en 1605 la sede del Parlamento británico en la llamada Conspiración de la Pólvora.

El atentado fue un fracaso, pero dejó para la posteridad una de las celebraciones invernales más importantes del Reino Unido en general y de Londres en particular, The Bonfire Night (La noche de las hogueras). Varias plazas londinenses albergan hogueras donde se quema un guy, un muñeco que recuerda al ejecutado líder de la conspiración, y desde varios días antes, numerosos lugares de la capital lanzan fuegos artificiales al aire en un ambiente festivo rubricado por mercadillos, puestos de comida callejera y música en directo. Los más golosos podrán disfrutar de las típicas manzanas de caramelo o del bonfire toffee (caramelo de la hoguera). También son típicas las patatas asadas al fuego y los guisantes negros con vinagre.

Ya tenemos un motivo para desear que haga mucho frío durante nuestra visita invernal a Holanda. Si en enero el tiempo es gélido y hay suficiente hielo, se celebrará la Elfstedentocht o Ruta de las Once Ciudades, una carrera de patinaje que se celebra oficialmente desde 1909… si se puede.

De hecho, solo se han dado las condiciones adecuadas –al menos 15 centímetros de espesor de hielo en todos los canales de la ruta- 15 veces y la última edición se disputó en 1997. Tanto es así que no hay fecha prevista y se convoca con poco tiempo de antelación. La prueba conecta las once ciudades de Frisia que tienen fueros a través de casi 200 kilómetros de aguas heladas, con salida y llegada en la capital, Leeuwarden. Para participar, hay que ser miembro de una organización, pero podemos unirnos a los miles de holandeses que desafían al frío para animar a los patinadores y, de paso, montarse una fiesta a lo grande. Y es que cuando se confirma la celebración de la carrera, una multitud de personas se desplaza hasta Frisia para festejar en la calle La Noche de Leeuwarden.

Toda Holanda (en miniatura) nos espera en Madurodam, cerca de La Haya. Este parque de atracciones, que está entre los más visitados del país, hará las delicias de los más pequeños (y sus acompañantes).

Primero, porque es una manera de conocer todo el país a pequeña escala: campos de tulipanes, molinos de viento, canales, mercados de queso, etc. Y después, porque no nos limitaremos a dar un paseo, sino que podemos vivir una experiencia interactiva cargando contenedores en el puerto de Rotterdam, cerrando esclusas en el Oosterschelde, haciendo despegar un avión en el aeropuerto internacional de Ámsterdam o pujando en su famosa subasta de flores. Incluso encontraremos centenares de árboles en miniatura y miles de flores durante todo el año. Y en los días de vacaciones de Navidad, Madurodam es todavía más especial, porque celebra la Fiesta del Invierno holandesa encendiendo las 33.000 lucecitas de la ciudad para iluminar el mágico ambiente de estas fechas en el país centroeuropeo.

Una de las mejores maneras de integrarnos en la ciudad a la que viajamos es charlar con sus habitantes. En Bruselas, podemos lanzarnos a la aventura en cualquier de sus excelentes cervecerías o, si somos previsores, asegurarnos una experiencia sensacional de la mano de Brussels Greeters.

Con un mes aproximado de antelación, rellenamos un formulario por internet con nuestros datos y los de nuestro viaje y ya está. Un lugareño nos estará esperando a la hora y día que acordemos para hacer un completo recorrido por algunos de los lugares de interés de la ciudad, con una parada para tomar algo o comer. ¡Y todo completamente gratis! Y es que no hay tarifa y ni siquiera se admiten propinas: los greeters son voluntarios. Eso sí, estas peculiares rutas no sustituyen a los tours guiados, ya que aquéllas no entran en museos ni incluyen todos los lugares más destacados, sino que están ‘diseñadas’ por el bruselense que nos acompañe.

Si en invierno hay menos horas de sol, ¿por qué no organizar un festival para iluminar las calles de la ciudad? Partiendo de esta sencilla premisa, Ámsterdam desarrolla desde hace siete años el Light Festival, que acoge las propuestas de centenares de diseñadores, artistas y arquitectos llegadas desde casi 50 países.

Entre todas ellas, se escogen las mejores instalaciones y se reparten por toda la ciudad, iluminando las calles y los canales y otorgando al invierno de Ámsterdam un color único e irrepetible. Para verlas, podemos dejarnos llevar y pasear a nuestro aire –todas se encuentran en la zona más céntrica de la ciudad- o recorrer las dos rutas recomendadas por la organización. Una de ellas sigue un mapa por tierra y la otra se denomina la Ruta de los Colores del Agua, que surca los canales en los barcos de alguna de las compañías que apoyan el evento.