
Grecia: Grecia Clásica e Hydra, Poros y Egina
Recorre las islas más auténticas del mar Egeo
Conoce el viajeGrecia: Grecia Clásica e Hydra, Poros y Egina
- Duración
- 8 días
- Tipo de circuito
- Circuito


Embárcate en esta aventura circular que nace y concluye en la gran ciudad de Atenas, un verdadero sitio arqueológico al aire libre repleto de emblemáticos símbolos de la civilización clásica, como el Partenón, el más reconocible de Acrópolis. Tras un primer contacto y visitar los enclaves protagonistas de la capital, visitarás un trío de islas en el golfo Sardónico, como la isla de Hydra, un rincón auténtico y ajeno al motor de los coches donde burros y personas comparten empinadas callejuelas entre coloridas casas. A través del Canal de Corinto, una importante construcción artificial por la que miles de barcos transitan cada año, llegarás a urbes como Epidauro, donde comprobarás la acústica de su gran teatro del siglo IV o al magnífico yacimiento de Micenas
“En la región de Meteora conocerás de cerca algunos de sus monasterios bizantinos que, desde hace más de seis siglos, conquistan el cielo coronando escarpadas elevaciones de roca”
La segunda mitad del viaje te trasladará hasta Olympia para recordar los famosos juegos que llevan su nombre y que se celebraban en honor a Zeus. Antes de llegar al siguiente destino, Delfos, un coqueto pueblo en las faldas del monte Parnaso, disfrutarás de las vistas del mar Jónico desde el puente colgante más largo del mundo. El Teatro de Apolo, el Teatro o el Museo arqueológico de Delfos son algunas de las joyas que guardarás contigo de esta etapa del viaje. Y este completísimo recorrido se aproxima a su fin, no sin antes profundizar en la región de Meteora, donde conocerás de cerca algunos de sus monasterios bizantinos que, desde hace más de seis siglos, conquistan el cielo coronando escarpadas elevaciones de roca.
Emociones nuevas en tu viaje
Pláka es la zona habitada más antigua de la ciudad y conserva toda el carácter que el paso de los años han otorgado a este barrio residencial tan animado en el que conviven atenienses y viajeros. Lo cierto es que quedan pocas casas anteriores al periodo otomano, pero el aire que se respira sigue oliendo a tradición. El nombre de Pláka tiene un origen desconocido, aunque se cree que viene de la palabra pliaka, que como denominaban a los soldados albaneses al servicio de los turcos que se asentaron en esa zona de Atenas en el siglo XVI.
Desde hace muchos años, es una de las zonas más animadas de la capital griega gracias a la enorme variedad de tabernas, a sus tiendas de antigüedades y a su ambiente heterogéneo, producto de la mezcla de los visitantes y de los residentes porque, de hecho, ni siquiera la abundancia de viajeros ha borrado el carácter de barrio residencial de la zona. Entre los monumentos que se pueden contemplar en la zona destacan las iglesias, porque podremos encontrar la Mitrópoli o catedral de Atenas –más bien reciente, porque es del siglo XIX-, la Panagía Gorgoepíkoös, conocida como la pequeña catedral, y la Agios Nikólaos Ragavas, una iglesia bizantina del siglo XIII.

Se puede disfrutar cualquier día de un paseo por Pláka: bucear entre tiendas, dar un garbeo por sus calles o probar alguna especialidad local en las variadas tabernas. Eso sí, si lo visitamos en fin de semana obtendremos el doble de ambiente y encanto porque coincidiremos con el momento álgido de lo que algunos llaman el mercado de pulgas, una amalgama de vendedores donde podremos encontrar casi de todo.
En el año 600 a. C., el ágora o mercado era el corazón político de Atenas. Aquí se practicaba la democracia en el bouleuterion (Consejo), los tribunales y en reuniones públicas. De hecho, la famosa condena a Sócrates, que acabó con el filósofo bebiendo voluntariamente la cicuta, sucedió aquí en 399 a. C. Además de la actividad política, el ágora era el alma comercial y social de la ciudad gracias a las tiendas, teatros y colegios que albergaba. No es de extrañar que San Pablo predicase el cristianismo precisamente allí.
Levantado en el siglo VI a. C., fue destruido por los persas pero reconstruido rápidamente para alcanzar su esplendor en la etapa de Pericles hasta desaparecer después de un ataque de los hérulos, una tribu escandinava. Los turcos construyeron sobre él un barrio residencial que, tras la independencia, fue derruido para iniciar las excavaciones. El yacimiento es un oasis de tranquilidad en medio del ajetreo urbano de Atenas y permite contemplar preciosos monumentos como la estoa de Átalo, el templo de Hefesto o la iglesia de los Santos Apóstoles.
Grecia tiene inviernos suaves, pero depende de la época del año, puede hacer fresco en lo alto de la Acrópolis. Hay que tener en cuenta que es la cima despejada de una colina, donde el clima se vuelve un poco más extremo –en verano ‘pega’ mucho el sol y en invierno, el aire puede bajar la sensación térmica-.
Por eso, para disfrutar plenamente de la Acrópolis obviando las inclemencias del tiempo, lo mejor que podemos hacer es descender hacia el sureste hasta el popular barrio de Makrigiánni. Allí se encuentra el nuevo (y espectacular) edificio que alberga el Museo de la Acrópolis. A cubierto y a una agradable temperatura, podremos contemplar los principales restos arqueológicos hallados en la Acrópolis, ordenados cronológicamente. Después de la Colección Arcaica, debemos buscar la Sala del Partenón, donde se encuentran buena parte de los frisos del edificio más famoso de Atenas (los otros trozos están en el Museo Británico de Londres). Seguidamente, no podemos perdernos en la planta de abajo la colección de restos posteriores al Partenón, donde destacan cuatro de las cariátides originales que sujetaban el pórtico sur del Erecteón. Falta una que está en el Museo Británico.
A tiro de piedra de Atenas, la isla de Hydra mantiene un aire de elegancia y distinción gracias a sus elegantes mansiones de color blanco y pastel, convertidas ahora en alojamientos de lujo. Antiguamente sirvió como punto de encuentro de artistas y gente elegante, y ahora actúa como lugar de escapada para muchos atenienses durante el verano y los fines de semana.
Sus atractivos se pueden disfrutar plenamente en invierno porque las temperaturas son siempre bastante suaves en esta época del año. Esto permite, por ejemplo, explorar sus fabulosos itinerarios costeros, moviéndose por caminos entre pinos, matorrales y el inmenso mar que solo encontraremos en Grecia. Los más valientes pueden darse un chapuzón, aunque la mejor opción es ponerse un traje de neopreno adecuado para bucear en las transparentes aguas de la más glamurosa isla del golfo Sarónico. Si preferimos quedarnos en la ciudad, podemos saltar de café en café, comprar algo en las pequeñas tiendas del centro y comer alguna delicia típica griega junto al puerto. Eso sí, siempre caminando porque, recordemos, en Hydra no están permitidos los vehículos a motor.

Es difícil resistirse al encanto de montarse en un burro en Hydra. Hay muchos y nos permitirán subir sin esfuerzo hasta las empinadas y estrechas calles de la parte alta de la ciudad, que como suelen estar casi desiertas, regalan un paseo muy agradable.
Cruces que bendicen las aguas, fervor popular y un animado adiós a la Navidad. Visitar Grecia a principios de año nos permitirá disfrutar en directo de la Epifanía, que cada 6 de enero conmemora por todo el país el bautismo de Jesús.
Las celebraciones son especialmente intensas en la capital y sus alrededores. Los sacerdotes ortodoxos se acercan a grandes masas de agua –el mar, un lago o un río- y arrojan una cruz para bendecirlas. Nada más tirarla, varios jóvenes desafían las bajas temperaturas y nadan para intentar cogerla en primer lugar. Quien lo consigue, se la devuelve al sacerdote y recibe una bendición. Seguidamente, se lanza una paloma blanca al cielo para recordar al Espíritu Santo. Cuando los intrépidos buceadores se retiran a tierra para tomar una bebida caliente, los pescadores alinean sus barcos para recibir la consagración. La fiesta, de hecho, empieza el día anterior cuando el sacerdote recorre las casas con un manojo de albahaca fresca bendiciendo a todo el que encuentre en su camino. Además, muchas personas recogen dos guijarros en la playa y los dejan secar en su casa para que, al evaporarse, el agua bendiga su hogar.

Tradicionalmente, el 6 de enero también concluía una jornada de ayuno que se rompía comiendo varios tipos de dulces fritos. Aunque ya no se hace abstinencia el día 5, los sabrosos bocados se mantienen: diples (masa frita y remojada en almíbar) o loukoumades (rosquillas fritas cubiertas de miel).
Cuando lleguemos a Meteora en invierno, puede que el tiempo y las nubes nos faciliten la explicación de porqué recibe ese nombre. La palabra que define esta preciosa zona del interior de Grecia significa “suspendido en el cielo”. Y es que los monasterios bizantinos que coronan las cimas de las increíbles montañas parece que están así, colgados sin ningún tipo de apoyo.
Este peculiar efecto se observa más fácilmente durante la época invernal, cuando es frecuente que las nubes y la niebla cubran las cimas y solo dejen al descubierto los edificios, que parecen volar en medio de un bello entorno. Además de unas fotografías de ensueño (¡más aún si tenemos la suerte de que nieve!), viajar en invierno a Meteora también nos beneficiará a la hora de acceder a los monasterios porque aunque todos tienen acceso por carretera, en algunos es inevitable subir un largo trecho de escalones que se hace ‘duro’ con el calor estival. Algo similar nos ocurrirá si somos aficionados al senderismo. El invierno es un momento ideal para surcar los caminos de la zona para visitar los seis monasterios en funcionamiento, descubrir algunos de los que se derruyeron y visitar las cuevas de la región. Además, se pueden hacer recorridos en bicicleta de montaña, escalada y muchas más actividades.

Si queremos unir el senderismo y la visita a los monasterios, conviene que revisemos los horarios de cada uno antes de salir porque al llegar por los caminos no veremos el horario que sí está colocado en el aparcamiento y puede que subamos decenas de escalones en vano.
El plan de viaje a tu alcance
- Alojamiento.
- Atenas
- Desayuno. Almuerzo.
- Aegina
- Poros
- Hidra
- Atenas
- Crucero a Poros, Hydra y Egina
- Desayuno.
- Atenas
- Panorámica de Atenas
- Acrópolis con entrada
- Desayuno.Cena.
- Epidavros
- Olimpia
- Epidauro
- Micenas con entradas
- Desayuno. Cena.
- Delfos
- Desayuno.Cena.
- Kalambaka
- Panorámica de Kalambaka
- Olympia y Delfos con entradas
- Desayuno
- Atenas
- Monasterios de Meteora
- Desayuno.
- Atenas
¿Quieres saber más de Grecia?
La gastronomía de Grecia se caracteriza por sus sabores variados y su elaboración sencilla, eso sí, acompañada de especias.
Como en España, también se usa el aceite de oliva, su cocina es típicamente mediterránea aunque se fusiona con ciertos toques orientales. Al estar bañada por el mar, sus pescados y mariscos son un manjar, especialmente la lubina, los salmonetes y el pargo. La langosta se suele servir con pasta, esta combinación perfecta se llama astako makaronada. Entre la carne destaca el cerdo, el cordero y el cabrito, y entre las verduras, la berenjena, cuyo cocinado es un arte, las judías verdes y la patata. No podrás despedirte de la isla sin probar su musaka, una especie de lasaña en la que la berenjena es la protagonista, igual que en las papoutsakia. El pilaffs, un plato de arroz con carne de cordero y enderezado con su famosa salsa de yogur griego te hará salivar. De su queso griego o feta, en ocasiones elaborado con leche de oveja y cabra y otras de yegua, ¡querrás llevarte kilos a casa!
Para todos los públicos y gustos. Los amantes de las compras no se irán de Grecia con las manos vacías. Productos de gastronomía, artesanales, pareos, joyas… Si eres un enamorado del cuero te cautivarán sus sandalias, bolsos o cinturones. La plata loánina también posee una larga tradición y es un excelente recuerdo.
Atenas, la capital del país, será un buen lugar para hacerte con algunos recuerdos del viaje. Encontrarás boutiques de lujo, las firmas más comerciales y tiendas de souvenirs. El mercado de Monastiraki, junto al Acrópolis y el antiguo mercado de Agora, será un must. Este mercado callejero será un lugar para perderte... y regatear. También un buen momento para saborear su gastronomía y disfrutar de su ambiente. Su esencia te embriagará.
•1 de enero: Año Nuevo.
•6 de enero: Epifanía.
•Miércoles de ceniza: 41 días antes de Semana Santa.
•25 de marzo: Día de la Independencia.
•Desde el Viernes Santo hasta el Lunes Santo
•1 de mayo: Día del Trabajo
•Pentecostés: 50 días después de Semana Santa.
•15 de agosto: Asunción de Nuestra Señora
•28 de octubre: Celebración Nacional.
•25 de diciembre: Navidad
•26 de diciembre