Grecia: Atenas, Olimpia, Delfos y Kalambaka
Explora los cimientos de la civilización helena recorriendo Grecia
Conoce el viajeGrecia: Atenas, Olimpia, Delfos y Kalambaka
- Duración
- 7 días
- Tipo de circuito
- Circuito
Las costas griegas, bañadas por el increíble mar Mediterráneo, tienen personalidad propia. Y es que Grecia goza de un legado histórico, arquitectónico y cultural que convierte al país en un territorio único: el que dio a luz a la primera gran civilización de occidente. A esta cultura se le atribuyen grandes logros en ciencias, filosofía, matemáticas, arquitectura… ¡Incluso hace miles de años ya hablaban democracia! Por eso, te apasionará conocer el país heleno, repasar su historia y recorrer sus rincones más emblemáticos. La mejor forma de empezar es por su capital, con su imprescindible Acrópolis con el famosos Partenón, que servía de templo para rendir culto a la diosa Atenea. Para acercarte más a su gente, descubrirás las costumbres locales en animados barrios de la ciudad como el de Plaka, antes de cruzar el canal de Corinto hacia el Peloponeso. Al otro lado de la península, visitarás el Teatro de Epidauro o el yacimiento de Micenas, que conserva las tumbas reales y del mítico Agamenón, entre otros.
A unos 300 kilómetro Grecia, sobre la cima de escarpadas montañas rocosas en la llanura de Tesalia, tendrás la oportunidad de visitar los peculiares monasterios de Meteora.
En Olympia, el nombre propio ya desvela lo que es imprescindible visitar. Y es que todavía hoy podrás recorrer las primeras “instalaciones” de los juegos originales, 3000 años después. Aquí también encontrarás el gran Templo dedicado a Zeus, una de las mejores muestras de estilo dórico. Por el estrecho del río, a través del puente colgante más largo del mundo, llegarás Delfos, donde seguirás viajando en el tiempo a la esplendorosa época clásica visitando enclaves como el Templo de Apolo, el teatro o el estadio, donde también se celebraban otros famosos juegos de la época, los Píticos. La recta final aguarda una sorpresa que incorpora un valor añadido a esta región del país. A unos 300 kilómetro Grecia, sobre la cima de escarpadas montañas rocosas en la llanura de Tesalia, tendrás la oportunidad de visitar los peculiares monasterios de Meteora. Para despedir el viaje, de nuevo rumbo a Atenas, podrás preguntar al oráculo del rey Leónidas, como lo hiciera el propio espartano, tus dudas sobre el futuro. ¿Volverás a Grecia? Nosotros te adelantamos la respuesta del oráculo, ¡por supuesto!
Emociones nuevas en tu viaje
A tiro de piedra de Atenas, la isla de Hydra mantiene un aire de elegancia y distinción gracias a sus elegantes mansiones de color blanco y pastel, convertidas ahora en alojamientos de lujo. Antiguamente sirvió como punto de encuentro de artistas y gente elegante, y ahora actúa como lugar de escapada para muchos atenienses durante el verano y los fines de semana.
Sus atractivos se pueden disfrutar plenamente en invierno porque las temperaturas son siempre bastante suaves en esta época del año. Esto permite, por ejemplo, explorar sus fabulosos itinerarios costeros, moviéndose por caminos entre pinos, matorrales y el inmenso mar que solo encontraremos en Grecia. Los más valientes pueden darse un chapuzón, aunque la mejor opción es ponerse un traje de neopreno adecuado para bucear en las transparentes aguas de la más glamurosa isla del golfo Sarónico. Si preferimos quedarnos en la ciudad, podemos saltar de café en café, comprar algo en las pequeñas tiendas del centro y comer alguna delicia típica griega junto al puerto. Eso sí, siempre caminando porque, recordemos, en Hydra no están permitidos los vehículos a motor.
Es difícil resistirse al encanto de montarse en un burro en Hydra. Hay muchos y nos permitirán subir sin esfuerzo hasta las empinadas y estrechas calles de la parte alta de la ciudad, que como suelen estar casi desiertas, regalan un paseo muy agradable.
Grecia tiene inviernos suaves, pero depende de la época del año, puede hacer fresco en lo alto de la Acrópolis. Hay que tener en cuenta que es la cima despejada de una colina, donde el clima se vuelve un poco más extremo –en verano ‘pega’ mucho el sol y en invierno, el aire puede bajar la sensación térmica-.
Por eso, para disfrutar plenamente de la Acrópolis obviando las inclemencias del tiempo, lo mejor que podemos hacer es descender hacia el sureste hasta el popular barrio de Makrigiánni. Allí se encuentra el nuevo (y espectacular) edificio que alberga el Museo de la Acrópolis. A cubierto y a una agradable temperatura, podremos contemplar los principales restos arqueológicos hallados en la Acrópolis, ordenados cronológicamente. Después de la Colección Arcaica, debemos buscar la Sala del Partenón, donde se encuentran buena parte de los frisos del edificio más famoso de Atenas (los otros trozos están en el Museo Británico de Londres). Seguidamente, no podemos perdernos en la planta de abajo la colección de restos posteriores al Partenón, donde destacan cuatro de las cariátides originales que sujetaban el pórtico sur del Erecteón. Falta una que está en el Museo Británico.
Cruces que bendicen las aguas, fervor popular y un animado adiós a la Navidad. Visitar Grecia a principios de año nos permitirá disfrutar en directo de la Epifanía, que cada 6 de enero conmemora por todo el país el bautismo de Jesús.
Las celebraciones son especialmente intensas en la capital y sus alrededores. Los sacerdotes ortodoxos se acercan a grandes masas de agua –el mar, un lago o un río- y arrojan una cruz para bendecirlas. Nada más tirarla, varios jóvenes desafían las bajas temperaturas y nadan para intentar cogerla en primer lugar. Quien lo consigue, se la devuelve al sacerdote y recibe una bendición. Seguidamente, se lanza una paloma blanca al cielo para recordar al Espíritu Santo. Cuando los intrépidos buceadores se retiran a tierra para tomar una bebida caliente, los pescadores alinean sus barcos para recibir la consagración. La fiesta, de hecho, empieza el día anterior cuando el sacerdote recorre las casas con un manojo de albahaca fresca bendiciendo a todo el que encuentre en su camino. Además, muchas personas recogen dos guijarros en la playa y los dejan secar en su casa para que, al evaporarse, el agua bendiga su hogar.
Tradicionalmente, el 6 de enero también concluía una jornada de ayuno que se rompía comiendo varios tipos de dulces fritos. Aunque ya no se hace abstinencia el día 5, los sabrosos bocados se mantienen: diples (masa frita y remojada en almíbar) o loukoumades (rosquillas fritas cubiertas de miel).
Cuando lleguemos a Meteora en invierno, puede que el tiempo y las nubes nos faciliten la explicación de porqué recibe ese nombre. La palabra que define esta preciosa zona del interior de Grecia significa “suspendido en el cielo”. Y es que los monasterios bizantinos que coronan las cimas de las increíbles montañas parece que están así, colgados sin ningún tipo de apoyo.
Este peculiar efecto se observa más fácilmente durante la época invernal, cuando es frecuente que las nubes y la niebla cubran las cimas y solo dejen al descubierto los edificios, que parecen volar en medio de un bello entorno. Además de unas fotografías de ensueño (¡más aún si tenemos la suerte de que nieve!), viajar en invierno a Meteora también nos beneficiará a la hora de acceder a los monasterios porque aunque todos tienen acceso por carretera, en algunos es inevitable subir un largo trecho de escalones que se hace ‘duro’ con el calor estival. Algo similar nos ocurrirá si somos aficionados al senderismo. El invierno es un momento ideal para surcar los caminos de la zona para visitar los seis monasterios en funcionamiento, descubrir algunos de los que se derruyeron y visitar las cuevas de la región. Además, se pueden hacer recorridos en bicicleta de montaña, escalada y muchas más actividades.
Si queremos unir el senderismo y la visita a los monasterios, conviene que revisemos los horarios de cada uno antes de salir porque al llegar por los caminos no veremos el horario que sí está colocado en el aparcamiento y puede que subamos decenas de escalones en vano.
Al margen de su relevancia religiosa, Olimpia ha pasado a la historia por su condición de sede de los Juegos Olímpicos, un magno acontecimiento deportivo que se celebraba cada cuatro años y que congregaba en la ciudad a numerosos ciudadanos de las diferentes ciudades-Estado.
En principio, sólo podían participar como atletas los varones griegos de nacimiento, aunque después se permitió competir a los romanos. Las competiciones, que duraban cinco días, también servían para firmar acuerdos comerciales, políticos o de cualquier aspecto ajeno al deporte. La mayor parte de las pruebas se celebraban en el estadio, al que podremos acceder después de pasar por debajo de un arco añadido a finales del siglo III a. C. Dentro de la pista podremos contemplar las líneas de salida y llegada de la prueba de velocidad de 120 metros, además de los asientos reservados a los jueces en la grada. Para completar la experiencia olímpica, además de visitar el museo, no hay que perderse la palestra, donde entrenaban los atletas, y el templo de Hera, donde cada cuatro años se enciende la llama del pebetero olímpico.
Aunque en las gradas del estadio cabían al menos 30.000 personas, allí no podían estar ni las mujeres ni los esclavos, que tenían que conformarse con ver las competiciones desde el monte Cronos. De hecho, las mujeres no podían verlo ni tampoco participar. Las que intentaban colarse, eran arrojadas al vacío desde una roca cercana al santuario.
Si nos hacemos una foto delante del templo de Hera, donde se enciende la llama olímpica, no podemos hacer ningún gesto ni llevar camisetas con mensajes.
Pláka es la zona habitada más antigua de la ciudad y conserva toda el carácter que el paso de los años han otorgado a este barrio residencial tan animado en el que conviven atenienses y viajeros. Lo cierto es que quedan pocas casas anteriores al periodo otomano, pero el aire que se respira sigue oliendo a tradición. El nombre de Pláka tiene un origen desconocido, aunque se cree que viene de la palabra pliaka, que como denominaban a los soldados albaneses al servicio de los turcos que se asentaron en esa zona de Atenas en el siglo XVI.
Desde hace muchos años, es una de las zonas más animadas de la capital griega gracias a la enorme variedad de tabernas, a sus tiendas de antigüedades y a su ambiente heterogéneo, producto de la mezcla de los visitantes y de los residentes porque, de hecho, ni siquiera la abundancia de viajeros ha borrado el carácter de barrio residencial de la zona. Entre los monumentos que se pueden contemplar en la zona destacan las iglesias, porque podremos encontrar la Mitrópoli o catedral de Atenas –más bien reciente, porque es del siglo XIX-, la Panagía Gorgoepíkoös, conocida como la pequeña catedral, y la Agios Nikólaos Ragavas, una iglesia bizantina del siglo XIII.
Se puede disfrutar cualquier día de un paseo por Pláka: bucear entre tiendas, dar un garbeo por sus calles o probar alguna especialidad local en las variadas tabernas. Eso sí, si lo visitamos en fin de semana obtendremos el doble de ambiente y encanto porque coincidiremos con el momento álgido de lo que algunos llaman el mercado de pulgas, una amalgama de vendedores donde podremos encontrar casi de todo.
El plan de viaje a tu alcance
- Alojamiento.
- Atenas
- Desayuno.
- Atenas
- Acrópolis con entrada
- Panorámica de Atenas
- Desayuno.Cena.
- Epidavros
- Olimpia
- Epidauro
- Micenas con entradas
- Desayuno. Cena.
- Delfos
- Desayuno.Cena.
- Kalambaka
- Panorámica de Kalambaka
- Olympia y Delfos con entradas
- Desayuno
- Atenas
- Monasterios de Meteora
- Desayuno.
- Atenas
¿Quieres saber más de Grecia?
La gastronomía de Grecia se caracteriza por sus sabores variados y su elaboración sencilla, eso sí, acompañada de especias.
Como en España, también se usa el aceite de oliva, su cocina es típicamente mediterránea aunque se fusiona con ciertos toques orientales. Al estar bañada por el mar, sus pescados y mariscos son un manjar, especialmente la lubina, los salmonetes y el pargo. La langosta se suele servir con pasta, esta combinación perfecta se llama astako makaronada. Entre la carne destaca el cerdo, el cordero y el cabrito, y entre las verduras, la berenjena, cuyo cocinado es un arte, las judías verdes y la patata. No podrás despedirte de la isla sin probar su musaka, una especie de lasaña en la que la berenjena es la protagonista, igual que en las papoutsakia. El pilaffs, un plato de arroz con carne de cordero y enderezado con su famosa salsa de yogur griego te hará salivar. De su queso griego o feta, en ocasiones elaborado con leche de oveja y cabra y otras de yegua, ¡querrás llevarte kilos a casa!
Para todos los públicos y gustos. Los amantes de las compras no se irán de Grecia con las manos vacías. Productos de gastronomía, artesanales, pareos, joyas… Si eres un enamorado del cuero te cautivarán sus sandalias, bolsos o cinturones. La plata loánina también posee una larga tradición y es un excelente recuerdo.
Atenas, la capital del país, será un buen lugar para hacerte con algunos recuerdos del viaje. Encontrarás boutiques de lujo, las firmas más comerciales y tiendas de souvenirs. El mercado de Monastiraki, junto al Acrópolis y el antiguo mercado de Agora, será un must. Este mercado callejero será un lugar para perderte... y regatear. También un buen momento para saborear su gastronomía y disfrutar de su ambiente. Su esencia te embriagará.
•1 de enero: Año Nuevo.
•6 de enero: Epifanía.
•Miércoles de ceniza: 41 días antes de Semana Santa.
•25 de marzo: Día de la Independencia.
•Desde el Viernes Santo hasta el Lunes Santo
•1 de mayo: Día del Trabajo
•Pentecostés: 50 días después de Semana Santa.
•15 de agosto: Asunción de Nuestra Señora
•28 de octubre: Celebración Nacional.
•25 de diciembre: Navidad
•26 de diciembre