Francia: Gran Tour de Normandía y Bretaña

Montmartre, también conocido como el barrio de los pintores, es uno de los barrios más pintorescos y bohemios de París. A 130 metros de altura, los cuales condicionan sus pequeñas y empinadas calles, puedes disfrutar de las tiendecitas, los cafés y bistrós y, en general, del ambiente que se respira en esta zona.

De Montmartre destacan dos partes: la zona próxima a la Plaza Pigalle, con los sex shops y cabarets de luces de neón, entre los que se encuentra el mítico “Le Moulin Rouge” famoso en todo el mundo por sus espectáculos, y la zona alta a la que puedes acceder de dos maneras, subiendo 197 escalones o subiendo al funicular. El resultado vale la pena porque llegas a una zona tranquila y agradable, alrededor de la Place du Tertre, donde podrás observar el trabajo de decenas de pintores y sentarte en alguno de sus cafés y restaurantes. El paseo continúa hasta la basílica del Sagrado Corazón, donde podrás acceder a la cúpula y ver las fabulosas vistas que ofrece de la ciudad.

Abierto desde 1847 y situado en el corazón de la ciudad, el convento de Saint-François acoge el mercado de productos típicos bretones.

En él, encontramos desde verduras (coliflor bretona) para los más sanos, hasta caramelos salados, para picar (y pecar) entre horas. Y eso no es todo. Además de tentempiés, también tendrás la posibilidad de comprar pescado o carne bretón así como de comer un buen crêpe en una de las creperías del mercado.

El parque Ker es un parque temático de la historia de la Bretaña. Está situado en Vannes y propone un viaje en el tiempo con los cinco sentidos que comienza en la Prehistoria.

Exposiciones al aire libre, cine y hasta un restaurante te aguardan en Le Ker. Gracias a la tecnología 4D podrás sumergirte en la Guerra de las Galias, batallando entre venecianos y los romanos de Julio César, pero sentado tranquilamente en tu butaca. Si prefieres menos acción, en el restaurante La Kambuse podrás degustar productos de la Bretaña en la cubierta de un barco veneciano.

Una alternativa para echar un primer vistazo a una ciudad es subirse a bordo de los pequeños trenecitos turísticos.

Este recorrido te permitirá decidir los puntos de interés para el resto del día, como son los monumentos, callejuelas o tiendas que se avistan a bordo del convoy. Es ideal para los niños, ya que dispone de animación y comentarios especiales para ellos, además de ser un paseo muy ameno. Y no te preocupes por el idioma, ya que hasta en 16 idiomas se puede escuchar el circuito turístico.

Puedes recorrer sus lugares históricos, disfrutar de sus mejores vistas y tratar con sus amigables habitantes, pero si te vas de la Bretaña francesa sin probar su cocina… no podrás decir que has estado aquí.

La Bretaña ofrece diversas y recomendables opciones para degustar sus platos típicos. Las crêpes y galettes son dos de las especialidades de la región. ¿La diferencia? La harina. Mientras que la crêpe se hace con harina de trigo blanco, la galette se elabora con trigo sarraceno, una harina mucho más oscura. Además, esta última se come con condimentos salados mientras que la crêpe es un postre. Si nos centramos en el mar, las ostras son las reinas. La población de Cancale trae las mejores y existen mil lugares donde poder degustarlas por un módico precio. Tampoco te puedes olvidar de probar los moules-frites, una original composición formada por mejillones y patatas fritas.

Instalado en el antiguo arsenal de Concarneau está el Musée de la Pêche donde podrás seguir la evolución de la pesca.

Desde los métodos más antiguos hasta las técnicas más actuales, pasando por una impresionante flota de barcos históricos. Y no solo eso, también hay pequeñas reliquias como el bote salvavidas Commandant Garreau de 1894 o experiencias increíbles como subir a bordo del Hemérica, un pesquero desarmado de 1981.

Bretaña es región de música y arte como reflejan los numerosos festivales culturales que tienen lugar durante todo el año en diferentes ciudades bretonas. Desde torneos medievales a batallas de hip-hop, desde música tecno a música celta tradicional… todo tiene cabida en Bretaña porque lo importante es la música y miles de personas no pueden estar equivocadas. Mira si no eventos como el festival Intercelta de Lorient y el Vieilles Charrues de Carhaix a los que llega gente de todo el mundo o Filets Bleus de Concarnea y el Festival de Cornuaille en Quimper, una oda a la música tradicional y a la cultura bretona, sin lugar a dudas, la cita más grande del folklore bretón.

Hay ciudades que aprovechan su patrimonio medieval como escenario para celebrar fiestas y recordar tiempos remotos, como en Dinan, Vannes o Josselin. Y otras que se adelantan a las tendencias musicales para anunciarlas a todo el mundo como las Transmusicales de Rennes. Cada año, en la región occidental de la región se realizan los tradicionales Fest-noz, fiestas nocturnas con comida, música y danza organizadas por las ciudades de la región y en las que los participantes bailan y cantan al son de la música con los trajes tradicionales. Su importancia es tal que han sido declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

La gastronomía normanda es rica en sabores y productos que se organizan por categorías, principalmente los lácteos, las carnes, los productos del mar, los dulces y los derivados de la sidra.

Normandía es la primera región productora de productos del mar como las ostras, los mejillones y las vieiras y de sus mares se extraen deliciosos pescados como los rodaballos o las caballas. Los productos cárnicos también son de renombre, sobre todo, el vacuno y la oveja. Así que, lo siguiente serán los lácteos. Deliciosos y cremosos quesos certificados de la región como Camembert de Normandía, Pont l'Evêque, Livarot, Neufchâtel, Crème y Beurre (Denominación de Origen de Isigny). Dulces regionales como las galletas normandas. Y derivados de la sidra como el licor Calvados y el champán normando o Poiré.