
Egipto: Egipto Básico
- Duración
- 8 días
- Tipo de circuito
- Circuito


Egipto es uno de esos destinos que siempre figuran en los primeros puestos de las listas de todos los viajeros del mundo; es un lugar imprescindible, único y que todos deberíamos visitar al menos una vez en la vida. ¿Por qué? Estamos a punto de saberlo… Comenzaremos nuestra aventura en Asuán, al sur del país, donde embarcaremos en un crucero para navegar durante unos días por el Nilo. Conoceremos la presa de Asuán, una de las más famosas del mundo, así como el Obelisco inacabado, antes de poner rumbo al norte. A lo largo de nuestro periplo por el río, tendremos la oportunidad de visitar lugares tan emblemáticos y maravillosos como los templos de los dioses Sobek y Haroeris, en Kom Ombo; el magnífico templo de Horus en Edfú, y dos de los templos más célebres y admirados de todo Egipto: Luxor y Karnak.
Amaneceres increíbles a bordo de un crucero por el Nilo, templos sobrecogedores, misterio, leyendas y, por supuesto, las Pirámides
Al llegar a El Cairo tras nuestro inolvidable crucero por el Nilo, nos dirigiremos al lugar que, para muchos, es el verdadero motivo de haber emprendido este viaje: las Pirámides de Guiza. Situadas a pocos kilómetros de la capital, comparten ubicación con la Gran Esfinge, otro de los puntos clave de la geografía egipcia. Los monumentos funerarios que se hicieron construir los faraones Keops, Kefrén y Mikerinos nos harán vibrar de emoción y conseguirán dejarnos sin aliento. Además de la visita a las pirámides, podremos aprovechar nuestra estancia en El Cairo para recorrer la ciudad a nuestro ritmo o para realizar alguna excursión opcional, por ejemplo a la cercana ciudad de Alejandría o al corazón de la capital egipcia, y conocer así enclaves como la Ciudadela de Saladino, el Museo Egipcio o el bazar de Khan el Khalili.
Emociones nuevas en tu viaje
La religión determinaba la vida en el Antiguo Egipto y sus templos han dado forma a la imagen del país, además de determinar su historia. Los dioses de los faraones fueron expulsados por los cristianos y, actualmente, la gran mayoría de egipcios profesan el islamismo. Ya desde épocas remotas, los animales eran adorados como si de divinidades se tratara, adoptando, poco a poco, sus formas y conductas a las humanas. En realidad, los dioses se presentaban con figuras humanas y cabezas de animal, o con forma solo de animal, e incluso, con aspecto, únicamente, humano. Como ejemplo, podemos citar a la diosa Hathor (diosa del amor, de la música y del vino), a la que se representaba, unas veces como una mujer con cabeza de vaca y otras, simplemente como mujer. Los antiguos egipcios creían firmemente que había otra vida después de la muerte, aunque, en un principio, solo al faraón se le concedía esta posibilidad. El faraón, después de reinar como reencarnación de Horus (el dios halcón), se convertía en Osiris (el dios del mundo de los muertos). Cuando se extendió el culto a los muertos en el Imperio Antiguo, el pueblo egipcio también tuvo acceso a la región de los bienaventurados y, según sus posibilidades económicas, preparaba, para una nueva vida, su cuerpo, que embalsamaban y momificaban y su tumba, que mandaban llenar con todo lo que pudiera necesitar en la otra vida, como comida, bebida, joyas…e incluso, unas pequeñas figuras que representaban a los criados que le servirían en el más allá.
¿Cómo embalsamaban los egipcios a los cadáveres? Primero se les sacaban los órganos, que se guardaban en unos vasos llamados canopos. A continuación, una vez cubierto el cuerpo con resina, se le envolvía con vendas de lino antes de meterlos en el sarcófago. Desde el Imperio Nuevo, en las tumbas también se incluía “El libro de los muertos”, que ayudaba a quienes morían a superar todos los peligros y pruebas de ultratumba. Aunque cada pueblo tenía sus propios dioses locales, los más importantes fueron: Amón, el rey de los dioses, personificación de lo oculto y de la creación. No podían verle ni los demás dioses ni los hombres. Además, era protector de los navegantes; Ra, personificación del sol; Thot, dios de la escritura; Mut, el origen de todo; Isis, diosa de la maternidad y el nacimiento; Osiris, dios de la resurrección; y Horus, el dios halcón, que era el dios de la guerra y del cielo.

A lo largo de nuestro viaje a través de Egipto, conoceremos un montón de historias sobre sus dioses. Por ejemplo, el mito de Osiris es uno de los más conocidos. El mito trata del asesinato del dios Osiris: El caso es que Seth, hermano de Osiris, le mató y troceó su cuerpo, que fue distribuyendo por diferentes partes de Egipto para hacerse con el trono de su hermano. La esposa de Osiris, Isis, profundamente enamorada de su esposo, fue buscando todos y cada uno de los trozos. Cuando los tuvo todos, restauró el cuerpo y concibió un hijo, Horus. Este era, en un principio, un niño siempre protegido por su madre, pero más tarde, se convirtió en el rival de Seth para vengar la muerte de Osiris. Esta rivalidad, muchas veces, tremendamente violenta, acabó con la victoria de Horus, que restauró, en Egipto, el culto de Maat, la antigua diosa de la justicia y la verdad y terminó el proceso de resurrección de su padre, Osiris. Aunque, el mito tiene su origen en ideas religiosas, la rivalidad entre Horus y Seth se cree que, posiblemente, esté basado en alguna lucha entre distintas regiones a lo largo de la prehistoria o de la historia antigua de Egipto.
En la margen oriental del Nilo, y construidos sobre las ruinas de lo que fue la ciudad de Tebas, encontramos dos impresionantes templos: Luxor y Karnak, el conjunto religioso más emblemático de la civilización egipcia. Estos dos templos dejan, literalmente, con la boca abierta a todo el que contempla su grandiosidad. Es fácil imaginarse, al estar frente a cualquiera de ellos, cómo serían cuando se construyeron. El templo de Luxor es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1979 y estaba consagrado al culto del dios Amón. Fue construido por los faraones Amenofis III, que levantó la zona interior, y Ramsés II, que finalizó el conjunto. Un conjunto que, aunque tiene unas proporciones imponentes, resulta armonioso. El acceso al templo se hace a través de una avenida, que tiene esfinges a ambos lados. Frente a los pilonos hay dos enormes estatuas de Ramsés II y, a cada lado de la puerta dos grandes obeliscos. Como curiosidad, diremos que el obelisco que hay en la Plaza de la Concordia de París, perteneció a este templo.
El grandioso templo de Karnak fue el más importante de Egipto dedicado a Amón. Hoy en día, es el segundo lugar más visitado de todo Egipto después de las pirámides de Guiza. En este templo, que es, en realidad, un conjunto de varias construcciones, destaca, sin lugar a dudas, la sala hipóstila, un recinto cubierto, sostenido por ciento treinta y cuatro columnas, cuyos fustes estaban decorados con relieves policromados. Las columnas, que se alzan hasta los 23 metros de altura, parecen auténticos bosques. Dentro del recinto del templo, se puede admirar el obelisco de la reina Hatshepsut, el más alto de Egipto. Está hecho con granito rojo de Asuán. Existe también un lago sagrado, llamado de Amón. No hay unanimidad en lo que se refiere a la utilidad de este lago. Hay quien cree que era para que navegaran por él las barcas sagradas, pero también existe la teoría de que era una simple piscina para la purificación de los sacerdotes. La diferencia principal que hay entre el templo de Amón en Karnak y la mayor parte de los otros templos egipcios es el tiempo que se empleó en su construcción y en las posteriores ampliaciones. Fueron unos treinta faraones los que lo fueron engrandeciendo al añadir al primitivo complejo, diversos edificios.

Uno de los puntos más sorprendentes con los que cuenta Egipto es el Museo de la Momificación en Luxor, un lugar irrepetible y único. Fue inaugurado en 1997, y, como su nombre indica, en su interior se pueden ver una gran colección de momias de todo tipo, además de objetos usados durante el proceso de embalsamamiento y momificación y, también, algunas piezas de ajuar mortuorio. Dando un paseo, junto al Nilo, desde el embarcadero del ferry hasta el Museo Arqueológico se puede disfrutar de zocos, terrazas y avenidas llenas de gente que permiten saborear la vida de la ciudad actual. El Museo Arqueológico de Luxor, uno de los museos más importantes de Egipto, tiene una colección de piezas de un valor incalculable y exhibe una de las mejores colecciones de antigüedades del país, como, por ejemplo, la cabeza de Hathor, la diosa vaca o una enorme escultura de la cabeza de Amenhotep III, en granito rojo. Es un edificio moderno, junto al Nilo, inaugurado en 1975.
En Egipto se conocen alrededor de ciento veinte pirámides. La más antigua de las cuales es del año 2.700 a.C. y se atribuye a Imhotep. Aunque las pirámides de Egipto cuentan con cuatro mil años de antigüedad, todavía encierran muchos misterios. Existen distintas teorías, pero la realidad es que los arqueólogos no saben exactamente cómo fueron construidas. Sabemos que las pirámides eran tumbas reales y se cree que, durante la época de las inundaciones del Nilo, cuando no se podían llevar a cabo las labores agrícolas, se reclutaban miles de egipcios para que participaran en la construcción de estos impresionantes monumentos. De entre todas las pirámides conocidas hasta el momento, no cabe ninguna duda de que las más famosas son las de Gizeh (o Guiza). Se trata de las pirámides de los faraones Keops, Kefrén y Micerino. Estas tres colosales pirámides se pueden ver desde muy lejos y fueron construidas al borde del desierto, en el lugar que, según la mitología egipcia, empezaba el reino de los muertos.
Las pirámides eran también una buena forma para que el faraón demostrara su poder y pudiera estar presente aun después de su muerte. La mayor de las tres es la de Kéops, llamada la Gran Pirámide, tiene más de doscientos metros de largo y una altura de ciento treinta y siete metros en la actualidad, aunque su altura original fue de casi ciento cincuenta metros. Construida, como las otras dos, con bloques de piedra caliza, estaba cubierta de piedra pulida o de granito rosado, pero de este revestimiento solo quedan unos pocos restos, debido a que se utilizaron, entre otras cosas, para la construcción de algunos edificios de El Cairo. La pirámide de Keops es la única de las siete maravillas del mundo antiguo que aún se conserva. La pirámide de Kefrén está al lado de la de su padre Keops. Igual que las demás, fue la tumba del faraón y contenía, según las creencias de los antiguos egipcios, su alma. La más pequeña de las tres pirámides es la de Micerinos. En un principio, fue planeada de forma modesta, sin grandes lujos, pero, al final, fue engrandecida. Las filas inferiores de esta pirámide sí se han conservado. Se dice que las pirámides están cargadas de energía. Sea o no cierto, la verdad es que, dentro de ellas, se siente algo especial. Es una experiencia única descender por los pasadizos en penumbra hacia el interior de la cámara del rey, donde encontramos tan sólo un sarcófago vacío sin ninguna inscripción, pero que irradia algo casi tangible. ¿Realidad o sugestión? La UNESCO declaró, en 1959, las pirámides de Guiza, junto con las de Saqqara, Patrimonio de la Humanidad.

Las pirámides de Guiza se encuentran, sorprendentemente, muy cerca de El Cairo, en el borde mismo del desierto y pueden verse desde toda la ciudad. Aunque todos hemos visto fotografías y reportajes sobre ellas, no tiene nada que ver con lo que se siente cuando se encuentra uno frente a frente con ellas. Es inevitable plantearse cómo pudieron unos simples hombres construir, hace más de cuatro mil años, esos colosales monumentos, que han ocultado sus secretos en la profundidad de sus laberintos y cámaras subterráneas. Durante mucho tiempo, ha habido controversia acerca de si la Gran Pirámide oculta, todavía, una serie de túneles que aún no se han descubierto. Mediante scanners se han registrado temperaturas más altas de lo normal, ¿significa esto que, en realidad, existe una cámara secreta sin descubrir? La Gran Pirámide de Guiza fue, con razón, una de las siete maravillas del mundo antiguo y la única que continúa en pie. Por tanto, se llegó al acuerdo de que la Gran Pirámide debía ser la octava maravilla honorífica, estando así junto a Chichén Iza, en Méjico; Machu Pichu, en Perú; la estatua de Cristo Redentor, en Brasil; el Coliseo, en Roma; la Gran Muralla china; el Taj Mahal, en India y Petra, en Jordania.
Egipto no se puede comprender sin conocer El Cairo, su capital. Hay muchos turistas que, al llegar al país, solo piensan en los faraones y consideran a la capital como el lugar en el que podrán visitar el Museo Egipcio, las pirámides y, en el mejor de los casos, alguna mezquita. Pero El Cairo es mucho más que eso. Es una ciudad fascinante con bazares llenos de gente a cualquier hora, con estupendos edificios modernos, miles de minaretes que destacan contra su cielo y un ambiente único en el mundo. El Cairo es una ciudad en la que predomina el caos y en la que todo marcha bien a pesar de la vorágine en que viven sus habitantes. En El Cairo, cuyo nombre quiere decir “la fuerte” o “la victoriosa” viven, actualmente, unos dieciséis millones de habitantes. El Cairo se encuentra en la margen este del Nilo, pero su área urbana se extiende, a través de puentes, hasta la orilla oeste, donde se encuentra la ciudad de Gizeh (al-Jizah en árabe).
El Cairo se fundó en el año 116 cuando los romanos pusieron en pie una antigua fortaleza de los persas que había junto al Nilo. Tras la conquista de Egipto por los chiíes en el año 969, se coloca la primera piedra de lo que, actualmente, es El Cairo. Después de doscientos años de dominación chií, Egipto regresa a la doctrina sunní con Saladino, quien mandó construir, en 1176, la Ciudadela, donde se encuentra la mezquita del sultán Hassan. El Cairo se convirtió en la capital de Egipto en 1962. Posteriormente, en 1979, la UNESCO declaró al centro histórico de la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Es precisamente en el centro histórico donde se encuentran la mayoría de los lugares más emblemáticos de la capital, como el Museo Egipcio o el barrio copto con sus estrechas calles, la mezquita de Ahmad Ibn Tulun o la puerta sur de Bab Zuwayla, sin olvidar el enorme bazar, llamado Jan el-Jalili, visita obligada para todo aquel que visite El Cairo.

Nadie que viaje a Egipto puede dejar de visitar el Museo Egipcio de El Cairo, inaugurado en el año 1902, aunque su construcción se inició en 1897. Este fantástico museo, que se creó para proteger su patrimonio y, por supuesto, sus impresionantes tesoros, tiene una colección única de antigüedades egipcias. Entre sus más de ciento veinte mil únicas y maravillosas piezas, podemos citar, pertenecientes al Imperio Antiguo y al Imperio Nuevo, por ejemplo, un grupo de esculturas del faraón Micerino entre la diosa Hathor y una divinidad local; la figura sedente del faraón Zóser hecha con piedra caliza; la figura de Kefrén con el dios halcón Horus en el hombro, así como el sarcófago y la cámara mortuoria de Harhotep. En la sala de Amarna, se pueden admirar, entre otras, unas estatuas colosales de Akenatón o relieves que representan a la familia real bajo los rayos solares de Atón. Pero el verdadero tesoro que contiene este museo es el de la tumba de Tutankamón, descubierta en el Valle de los Reyes en 1922. Cuatro enormes cofres de madera cubierta de oro y metidos uno dentro de otro, contenían el sarcófago de piedra, que, a su vez, contenía otros dos sarcófagos de madera dorada, con forma de momia y con una preciosa decoración. Estos últimos eran los que tenían, en su interior, el sarcófago de oro macizo, que encerraba la momia del faraón, cubierta con la famosa máscara de oro, que, por supuesto, también se puede ver en el museo.
La oferta de artículos a comprar y vender, en los países de tradición árabe y mediterránea puede haber variado en parte con el paso de los años, pero la relación entre comprador y vendedor, es una liturgia que conviene conocer y disfrutar, Y es que desde que pones tus ojos sobre un objeto que te llama la atención, hasta que el vendedor te lo envuelve, no te abandona la sensación de que el “comercial” del bazar sabe de sobra si lo vas a comprar o no y a qué precio te lo vas a llevar. El regateo es sobre todo un juego intuitivo, una confrontación intelectual y de voluntades, un proceso en el que aprecias las cualidades de lo que quieres comprar y te convences de que eso es lo que quieres llevarte y en cuanto lo valoras. En Egipto, un país de bazares y comerciantes, puedes encontrar algunos de los mejores regateadores del mundo, Así pues, ¡Prepárate para disfrutar! Porque hacer compras en este país no se entiende, ni se explica sin regatear. El primer consejo para comprar algo por un buen precio es no mostrar demasiado interés por lo que se quieren comprar. Segundo; partiendo del precio inicial que menciona el vendedor, harás tu primera oferta al 30 o 40%. Lo normal es que pactes un precio final entre el 50-60% del inicial. Tercero; el regateo puede llevarte media hora, de ti depende hacerlo divertido o desesperante. En cualquier caso, conviene que te lo tomes con calma, porque el experto en regateo es el vendedor. Él sabe hasta dónde puede llegar y define cuando se acaba el juego. Su arte reside en que no sepas si el límite del que habla es su límite final o solo el penúltimo.
Algunos de los productos más típicos para comprar en Egipto son los objetos de basalto, un mineral pesado, negro, y bastante caro, También se pueden comprar objetos de alabastro; especias, prendas de algodón egipcio, que tiene fama mundial; esencias de perfumes; adornos de oro y plata; papiros… Egipto y sus más de 8.000 años de historia dan para mucho, por ello, la oferta de souvenirs es especialmente variada en este país. Entre la multitud de recuerdos que se pueden comprar, están las pirámides en miniatura de todo tipo de materiales, los amuletos de escarabajo, los cartouche, los exóticos narguiles, las túnicas galabiya, las estatuas de Bastet, la diosa felina o los jarrones y las figuras de alabastro.

Khan El Khalili es el bazar más famoso de Egipto. Es un laberinto de callejuelas tortuosas, patios discretos y pasadizos en el que se apretujan tiendas y talleres; artesanos, compradores y vendedores, donde se comercia con mercancías y se comunican rumores y noticias. Khan El Khalili es el lugar perfecto para ir de compras en El Cairo por varios motivos. En primer lugar, es uno de los sitios más exóticos que hay en todo el mediterráneo oriental. Segundo, suele ser la última parada antes de volver a España, por lo que no tendrás que cargar con los regalos durante el viaje; en tercer lugar, la variedad de artículos del bazar es tan grande que, allí puedes encontrar cualquier cosa que hayas visto durante tu recorrido por Egipto. Por último, si no te gusta regatear, en la Tienda de Jordi, donde hablan español, los artículos tienen un precio fijo. Khan El Khalili es el mercado más antiguo de la ciudad y sus orígenes se remontan a 1382, cuando el emir Dyaharks el-Jalili construyó un gran caravasar. El zoco es un lugar digno de visitar en el que existen algunos lugares de interés especial. El más popular entre los visitantes es el café de Fishawi que lleva abierto, día y noche, durante los últimos 200 años.
Escalones hacia el cielo. Ese era el sentido de la pirámide más antigua de Egipto. Aunque, en realidad, la de Zoser no era una pirámide, sino más bien el resultado de distintas modificaciones sobre una mastaba, es decir, una estructura de ladrillo de techo plano que servía para cubrir las tumbas faraónicas desde la Dinastía I de faraones egipcios. La pirámide escalonada de Zoser es el gran atractivo de Saqqara, la principal necrópolis de Menfis, a solo treinta kilómetros de El Cairo. En tu visita podrás descubrir esta construcción monumental, de 60 metros de altura, que en su momento fue la más grande del Imperio Egipcio. Solo la superarían en monumentalidad, un siglo después, las pirámides de Gizeh. La edificó en el tercer milenio a. C. el primer arquitecto de nombre conocido de la historia: Imhotep. Te sorprenderá su magia (no olvides que a esta pirámide se la conocía como «la más sagrada») y su construcción laberíntica: sigue atentamente las indicaciones de tu guía, porque para entrar a la tumba del faraón hay catorce entradas falsas y solo una verdadera.
En tu visita a Saqqara también podrás ver la pirámide de Unas, más pequeña que la anterior pero con una auténtica joya en su interior: las inscripciones de textos cuyo objetivo era ayudar al faraón para alcanzar la vida eterna. Otro de los tesoros de esta necrópolis es el Serapeum, una construcción subterránea donde podrás admirar los sagrados toros Apis, que los egipcios consideraban la encarnación de Ptah, el dios creador. No pierdas detalle de los sarcófagos, realizados en basalto, piedra caliza y granito negro o rosado. Las excavaciones arqueológicas han descubierto que en la necrópolis de Saqqara no solo se enterraban faraones, sino también animales. Sí, animales. En la pirámide del rey Userkaf se han descubierto en noviembre de 2018 momias de animales: gatos, escarabajos y ataúdes zoomorfos con forma de cobra o de cocodrilo. Además de las momias también se ha encontrado un centenar de estatuas de madera que representan gatos y una escultura de bronce con la forma de la diosa gata Bastet. No es de extrañar: los animales formaban parte de la vida cotidiana de los antiguos egipcios y formaban parte de sus creencias. Lograron grandes avances en zoología y no dudaron en divinizar todas aquellas características animales que traspasaban su capacidad de explicación o entendimiento. Toros, cocodrilos y halcones eran animales identificados con dioses y también se veneraba a los gatos como símbolo de protección.

Menfis, fundada por Narmer, el primer faraón de Egipto, fue durante tres milenios la ciudad más poderosa del mundo. Allí se ubicaba el gran templo del dios Ptah y se coronaban los faraones. De aquel antiguo esplendor no quedan demasiados restos arqueológicos, pero sí joyas imprescindibles para el viajero. Una de ellas es el Coloso de Ramsés II, una escultura de 10 metros de altura realizada en piedra caliza, descubierta en el siglo XIX y que representa a Usermaatra Setepenra - Ramsés Meriamón. Originariamente se situaba junto al coloso la Esfinge de alabastro, una escultura de 4 metros de altura y 8 de longitud que, como la obra anterior, se expone en Mit Rahina, un magnífico museo al aire libre donde se encuentran los principales restos de la que fuera la ciudad en torno a la que giraba el mundo antiguo.
El plan de viaje a tu alcance
- Cena.
- Aswan
- Desayuno, comida y cena.
- Kom Ombo
- Edfu
- Alta presa de Asuán
- Templos de Kom Ombo: Dioses Sobek y Haroeris
- Obelisco inacabado
- Desayuno, comida y cena.
- Esna
- Luxor
- Templo del Dios Horus
- Templo Karnak y Luxor
- Desayuno y comida.
- El Cairo
- Desayuno.
- El Cairo
- Panorámica medio día a las pirámides de Guiza y la esfinge
- Desayuno.
- El Cairo
- Desayuno.
- El Cairo
- Desayuno.
- El Cairo
¿Quieres saber más de Egipto?
El recetario tradicional egipcio es uno de los más ricos, variados y sabrosos de todo el mundo árabe. Las distintas civilizaciones que han pasado por el país, así como las influencias internacionales, producto del gran número de visitas que recibe la nación cada año desde tiempos inmemoriales, han dado lugar a una deliciosa mezcla de platos típicos, ingredientes de todo el mundo y toques de la cocina occidental.
Algunos de los ejemplos más notables de la cocina egipcia son el kebab, compuesto de carne de cordero asada y vegetales; el fatta, un pan de maíz rociado de caldo, vinagre y ajo sobre el que se acomodan lonchas de carne y varias cucharadas de yogur; la molohiya, una sopa a base de hierbas aromáticas y ajo; el shish kabob, que se suele acompañar de ensalada de cebolla y tomate, y se sirve con pan de pita y salsa tahini; el ful medames, un guiso de habas que se cuece a fuego lento y tiene un sabor espectacular, y una gran variedad de postres en los que la miel y los frutos secos ocupan un lugar privilegiado.
Ir de shopping por El Cairo o por cualquiera de las grandes ciudades egipcias provoca en el viajero la sensación de haber acudido precisamente al lugar donde se inventaron las compras. Los bazares que hay repartidos por todo el país, y que se cuentan por cientos, son el ejemplo perfecto del gusto de los musulmanes por el comercio y la mercadería. Para empezar, hay que dominar las técnicas básicas de negociación, como no mostrar demasiado interés por un artículo que se quiere comprar, o hacer una oferta inicial lo suficientemente baja como para no hacer el “primo”, pero lo suficientemente alta como para captar la atención del vendedor.
En lo que se refiere a las compras típicas, destacan los objetos de basalto y de alabastro, las prendas de algodón egipcio, las especias de todos los colores y aromas, los adornos de metales preciosos, y los souvenirs que pretenden imitar las antigüedades egipcias, como papiros, pirámides en miniatura o pipas de agua.
En Egipto, las fiestas propias del Islam se combinan con las cristianas y las coptas, además de con las celebraciones de carácter laico, dando lugar a un calendario repleto de festividades para todos los gustos. Algunas de las fechas más señaladas del año egipcio son:
•Celebración del Año Nuevo. Es el 1 de enero, y se la conoce como ‘Aid Sana Al Guedid’
•Conmemoración de la fecha de liberación del Sinaí. Se llama ‘Aid Tahrir Sina’, y se celebra el día 25 de abril.
•Día del Trabajo. Se celebra, como en el resto del mundo, el primero de mayo, y en Egipto se llama ‘Aid Al Aamal’.
•El 23 de julio se conmemora la revolución egipcia, que terminó desembocando en la independencia del país.
•Wafaa Al Nil. Esta fiesta tiene su origen en los tiempos del Antiguo Egipto, se celebra a mediados de agosto y se debe a la crecida anual de las aguas del Nilo.
•El día conocido como ‘Aid Al Kawat Al Maslaha’ es el dedicado a honrar a las Fuerzas Armadas, y es toda una fiesta nacional. Se celebra el 6 de octubre.
•Un día antes de nuestra Nochebuena, el 23 de diciembre, se celebra en Egipto el Día del Triunfo o ‘Aid Al Nasr’, que conmemora la expulsión de los ejércitos extranjeros del territorio egipcio.
En Egipto, la moneda oficial es la libra egipcia. Su abreviatura es EGP, y se divide en 100 piastras, que a su vez se dividen en 10 céntimos o milliemes. Hay monedas de 5, 10, 20, 25 y 50 piastras y de 1 libra, y hay billetes de 25 y 50 piastras, y de 1, 5, 10, 20, 50, 100 y 200 libras egipcias. Actualmente, el cambio es de aproximadamente 1 euro por cada 20,5 libras.
En la mayoría de los restaurantes, tiendas y hoteles de las grandes ciudades, como El Cairo y Alejandría, es posible pagar con las tarjetas de crédito más comunes, como Visa, MasterCard o American Express. No obstante, conviene llevar encima algo de efectivo en libras egipcias, de cara a hacer pequeñas compras en los mercadillos y bazares que hay por todo el país.
Siempre que nos movamos por las grandes ciudades del país, así como por las zonas más turísticas, podremos pagar con nuestra tarjeta de crédito. También será sencillo encontrar cajeros automáticos en estos lugares donde sacar dinero si fuera necesario. Aunque esto no es aplicable en zonas rurales y apartadas de los focos turísticos, ni tampoco en los puestos ambulantes ni en los bazares a pie de calle.
Para evitar problemas desagradables, lo mejor es apuntar en un papel o en el móvil los teléfonos de las entidades emisoras de tus tarjetas de crédito. Así, si se da el caso de que pierdas o te roben alguna, podrás llamar inmediatamente a tu banco y pedir que la bloqueen.
No hace falta ponerse ninguna vacuna para viajar a Egipto aunque, no obstante, es aconsejable contratar un seguro de viajes con amplia cobertura médica. También es conveniente llevar encima una tarjeta de crédito por si fuera necesario abonar una factura médica con urgencia.
Por otra parte, siempre es importante tener en cuenta las normas básicas de sanidad recomendadas cuando se sale de Europa: tener cuidado con la limpieza y la higiene de los vasos, las botellas y las boquillas de las “shishas” (pipas de agua), así como evitar comer frutas y verduras crudas, y no beber agua que no provenga de una botella precintada.
En Egipto, el clima es subtropical seco, caracterizado por inviernos frescos (no realmente fríos) y veranos muy calurosos y sin apenas precipitaciones. El invierno va de noviembre a marzo, y el verano de mayo a septiembre.
En las regiones próximas a la costa, tanto del Mediterráneo como del Mar Rojo, las temperaturas oscilan todo el año entre los 15 y los 36 grados, mientras que en el interior estas diferencias se acentúan, sobre todo en el desierto, donde los termómetros alcanzan los 45 grados de día y descienden bruscamente hasta los 5 o 6 al caer la noche.