Día 10: Chiang Mai. El día en que los elefantes se convirtieron en protagonistas
RÉGIMEN
Desayuno. Comida. Cena.
Transporte
Autocar, minibús o van
Visitas
Santuario de elefantes
Fábricas de artesanía
Cena Kantoke
Vamos a comenzar nuestro décimo día en este país y lo encaramos con el mismo entusiasmo que todos los demás, o quizás más. Así que lo primero, reponer fuerzas con un buen desayuno y enseguida estaremos listos para visitar un campo de entrenamiento de elefantes y, si lo deseamos, hasta podremos darnos un paseo sobre uno de estos animales por la zona que rodea el campamento.
En el campamento Mae Tang hay muchos elefantes que, aunque no viven en libertad, sí están perfectamente cuidados y alimentados. Se les ha entrenado para que lleven a cabo trabajos pesados, muy necesarios en la construcción y en la industria maderera. Además de todo esto, sus adiestradores les han enseñado algunos trucos verdaderamente impresionantes y que nos harán pasar muy buenos ratos a todos los visitantes.
Después de haber vivido un rato inolvidable rodeados de elefantes, iremos a otro sitio, que nos resultará, si cabe, aún más espectacular. Conoceremos a las llamadas “mujeres jirafa”. Son mujeres de la tribu Paduang, una parte de la raza Karen.
Tuvieron que salir de Myanmar (Birmania) huyendo de la violencia que ejercían sobre ellas los militares durante los años 80 y 90. Todos hemos visto la cantidad de aros de metal que llevan estas mujeres en sus cuellos. Empiezan a ponérselos cuando son apenas unas niñas y ya no se deshacen de ellos nunca. A consecuencia del peso de los anillos, los músculos de sus hombros, su columna y sus clavículas se van deformando y sus cuellos se alargan como si de una verdadera jirafa se tratase.
A continuación, iremos a un precioso jardín de orquídeas, el Sai Nam Phung, donde, además de ver cientos de ellas, veremos un lugar de cría de mariposas. Después de una buena comida en un restaurante de la zona, será el momento de visitar varios de los talleres de artesanía que hay cerca de Chiang Mai. En ellos, observaremos, atónitos, la forma en que los artesanos fabrican los típicos paraguas de papel, propios de esta remota zona de la Tierra, como realizan los lacados y como hacen tejidos de seda.
Parece que el día ha terminado, pero no es así. Es verdad que volveremos al hotel, pero no nos quedaremos allí, sino que presenciaremos y, por supuesto, degustaremos una cena Kantoke, en la que probaremos comidas propias de la parte norte del país y, además, seremos testigos de una demostración del folclore de la zona.