Un circuito por el norte de Europa no deja indiferente a nadie, quizás porque marca una diferencia a todo lo establecido.
Empezamos visitando ya en Rovaniemi a nuestro gran amigo Santa Claus, si, el verdadero, que nos espera en su casa de la Laponia con los brazos abiertos y dándonos buena suerte en lo que va a continuar nuestra aventura.
Cruzamos la frontera hacia Noruega rodeados de paisajes y bosques impenetrables hasta llegar a Karasjok para conocer a los Sapmi, los primeros Noruegos, que conjugan la modernidad con sus tradiciones ancestrales en torno al cuidado del reno y que nos hacen recordar la importancia de nuestra madre tierra.
Y por fin, llega el día que todos esperamos, la visita a la plataforma para ver el sol de Medianoche, una de las experiencias más apasionantes y que quedará por siempre grabada en nuestra retina, sin olvidar que nos encontramos en uno de los puntos más al norte de Europa, pudiendo disfrutar también de su fauna más salvaje con la excursión a Gjesvaer para contemplar la más importante comunidad de pájaros, sin olvidar que las focas están puntuales esperando nuestra visita, un auténtico documental del “National Geographic”.
¿Nos hemos quedado con ganas de más? No pasa nada, la excursión en barco como auténticos lobos de mar para avistar a los cachalotes que durante los meses de verano van a alimentarse a la zona de Andenes, en el mar del Norte, con los nervios y la espera para verlas en el barco y una vez conseguida la fotografía volvemos a tierra con la sensación de habernos transportado a la época de los primeros marineros del norte.
Ciudades tan interesantes y acogedoras como Alta o Tromso nos hacen recordar la hospitalidad de los norteños, resaltando la catedral Polar de Tromso, la subida al funicular para ver las auroras boreales en invierno o disfrutar de la zona de pubs en los muelles de la capital del norte de Noruega.
Y por fin llega el otro día tan esperado, el broche final, la “perla” de Noruega, si, y los Noruegos lo saben, uno de los lugares más bellos y espectaculares del norte europeo. El fiordo del troll, el más salvaje y desconocido de los fiordos, la capital de las islas, Svolvaer, donde podemos comer el plato por excelencia de los pescadores que con afán y tesón hacen de ello un auténtico estilo de vida: el bacalao.
Y por último viajar a través de la impresionante carretera de las Lofoten dejando a izquierda y derecha un paisaje de playas y calas de color verde esmeralda sello distintivo del archipiélago.
El viaje no termina aquí, puesto que acabamos en Oslo, la capital noruega, la ciudad vikinga por excelencia, donde conjuga arte, tradición y modernidad.
La animada Karl Johan, el ayuntamiento con la entrega cada año del premio Nobel de la Paz, la visita obligada a la galería Nacional con el cuadro del más celebre embajador de la capital, Edvard Munch, y por último recorrer el parque Frogner, ¿serás capaz de encontrar la más conocida de las esculturas de Gustav Vigeland? Seguro que sí.
Es por todo esto y mucho más, que el circuito Finlandia y Sol de Medianoche es una experiencia única garantizada.
Una experiencia en el que parece que el mundo se detenga para nosotros y en el que nos enriquecemos no únicamente con los paisajes y la naturaleza, la cultura y la tradición escandinava, su gastronomía o idiosincrasia, sino que sobretodo es un momento para darnos cuenta de que viajar puede ser un auténtico estilo de vida.