La huella mapuche no se ha borrado ni lo más mínimo en este punto de Chile. Con la llegada de los colonos, las dos culturas se fusionaron creando así un legado que puede comprobarse nada más pisar la ciudad. La belleza del entorno enamorará a todo tipo de viajero, no importa si lo que buscamos es naturaleza, descanso, cultura o gastronomía.
Sin salir de los límites urbanos podemos pasearnos por las calles y dejarnos llevar hasta la Catedral. Muy cerca de esta edificación religiosa se levanta el Puente de Pedro Valdivia, que conecta la ciudad con la Isla Teja. Quedaremos embelesados con el reflejo de las aguas de los canales que se forman a los pies de la ciudad, y podremos hacer una parada sin igual en el Mercado Fluvial, Considerado Monumento Nacional de Chile. Aquí podremos probar y comprar las delicias de pescados y mariscos más codiciados de todo el país. En Valdivia podemos apreciar de cerca la belleza arquitectónica alemana que dejó rastro tras su colonización de la zona austral chilena. Un edifico que posee los trechos característicos germanos es el Museo Histórico y Antropológico Maurice van de Maele. Este centro cultural forma parte de la Universidad Austral de Chile, y muestra diferentes colecciones que recogen desde vestigios de pueblos indígenas hasta elementos del periodo colonial. El Torreón de los Canelos también merecerá nuestra atención. Es un monumento histórico proyectado como parte de una red defensiva contra el ataque de los indígenas. En el año 1926 fue catalogado como Monumento Nacional de Chile.
