El Mar Muerto y su curiosa y elevadísima salinidad constituyen uno de los escenarios más peculiares e inolvidables de Israel. También forman parte de esa lista otros enclaves como la Fortaleza de Masada, San Juan de Acre, el Desierto de Judea o la antigua ciudad romana de Cesárea Marítima.
A la hora de hacer un repaso a los lugares más asombrosos y singulares de Israel, no podemos empezar por otro que no sea el Mar Muerto. Esta maravilla de la naturaleza es un lago salado situado en una profunda depresión entre Jordania, Israel y Palestina. El Mar Muerto tiene unos 80 km de largo, una anchura máxima de unos 16 km y el nivel de sus aguas se encuentra a 435 metros bajo el nivel del mar. Este bajo nivel se debe, entre otras cosas, a la evaporación y a las escasas aportaciones de agua que recibe del rio Jordán y de las lluvias. La elevada salinidad del mar Muerto, unas 9 veces mayor que la de los océanos, se debe, entre otras razones, a que este lago no tiene salidas, por lo que los minerales disueltos en las aguas que desembocan en él se quedan allí para siempre. La mayoría de las acumulaciones de agua dulce continental, como los ríos, arroyos y muchos lagos tienen fuentes de aporte de agua y corrientes de salida, lo que les permite mantener un equilibrio entre los minerales que entran y los que salen. Sin embargo, en el Mar muerto desembocan varios ríos y arroyos, pero no hay ninguno que drene hacia fuera. Como consecuencia de su elevada salinidad, el agua del Mar Muerto tiene una densidad muy alta, que hace que los cuerpos floten en ella con gran facilidad. Este hecho ha convertido el lago en una curiosidad mundial. Las aguas del Mar Muerto son muy ricas en minerales y su composición es significativamente diferente de la del agua de mar. Estos productos químicos disueltos son extraídos por compañías israelíes y jordanas con fines comerciales, lo que contribuye a disminuir más aún el volumen de agua almacenada. A pesar de ser un lugar extraordinario, el Mar Muerto está desapareciendo a pasos agigantados. En los años 30, el Mar Muerto tenía una extensión de cerca de mil kilómetros cuadrados. Hoy en día, no llega a los 650. En el pasado, el agua del río Jordán y sus afluentes, vertía en el Mar Muerto. En las últimas décadas, sin embargo, se han construido presas en los países ribereños, que impiden el flujo de agua al lago salado. Como resultado, el nivel de agua del Mar Muerto cae a un asombroso ritmo de 30 centímetros por año. El lago está poblado por multitud de microorganismos, pero los únicos animales que lo habitan son las artemias.