Compuesto por glaciares, lagos, montañas, cascadas, cuevas y desfiladeros que dejarán con la boca abierta a los amantes de la naturaleza.

Todo un espectáculo para los sentidos que además fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1984. Uno de los alicientes del parque, además de la naturaleza salvaje en estado puro, es su abundante fauna. Los visitantes pueden avistar de forma fácil especies como osos, alces, renos, caribúes o aves como águilas. Todos ellos en su hábitat natural. Otra curiosidad del parque es que es Reserva de Cielo Oscuro, por tanto, defiende la eliminación de la contaminación lumínica por lo que los aficionados a contemplar estrellas así como los que practican fotografía nocturna, encontrarán en el Parque Nacional de Jasper, su lugar ideal. Existen varios lagos en el conjunto del parque, uno de los más impresionantes es el Maligne, considerado el lago natural de mayor extensión de todas las Montañas Rocosas con una longitud de 22 kilómetros. Sus aguas turquesas así como los glaciares que lo rodean forman una estampa de cuento. Otro de los puntos más populares es el lago Medicine, que durante los meses de verano, con el deshielo, se encuentra lleno en cambio, en invierno, el agua se drena y desaparece conformando uno de los espectáculos naturales más curiosos del país. El glaciar Athabasca es uno de los enclaves más visitados debido a su accesibilidad. Su formación se remonta a miles de años y su lengua de hielo es de unos 6 kilómetros. El río Athabasca también ofrece el espectáculo de las cataratas con el mismo nombre que incluyen un impresionante salto de agua de unos 24 metros de altura. Otro de los muchos puntos destacados del parque es Pyramid Lake situado a los pies del monte Pyramid. Se trata de un lago con una isla en su interior a la que se puede acceder por un puente de madera, en ella, el visitante encontrará mesas y bancos en los que hacer una parada antes de seguir disfrutando de las maravillas que la naturaleza ofrece en este rincón de Canadá.