Cuenca, la aclamada ciudad de las iglesias no tiene desperdicio. En su centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO se pueden admirar más de 50 templos. Uno de ellos es la Catedral de la Inmaculada, uno de los edificios más destacados de la ciudad. Tres enormes cúpulas de un vibrante color azul coronan esta iglesia de estilo gótico renacentista de reciente construcción; las obras terminaron en 1975. El templo, inspirado en la Basílica de San Pedro en Roma, es uno de los puntos más visitados de Cuenca y un buen punto de partida para tu visita.

En lo alto de la ciudad te espera el mirador de Turi y su columpio de la muerte. Es el principal mirador de Cuenca y desde allí se puede admirar los cuatro ríos que la atraviesan y su bello casco histórico colonial. Cuenca cumple con varias de las características que distinguen a una ciudad colonial. Organizada en forma de damero, con la Plaza de Armas en el centro, una catedral y el ayuntamiento alrededor de la plaza, con casas porticadas en la misma plaza y una plaza más pequeña, la Plaza de las Flores, a un lado de la principal. El valle donde descansa Cuenca fue ocupado desde hace miles de años por los Cañaris. Antes de la llegada de los españoles, los incas conquistaron el territorio y lo llamaron valle Tumipampa. En la conquista española participaron también los cañaris, sedientos de venganza contra los incas. Y finalmente en 1557 se funda la ciudad con el nombre de Santa Ana de los cuatro ríos de Cuenca. Precisamente el mirador de Turi fue un punto estratégico militar para los cañari. Allí, desde hace unos años, los recuerdos y la belleza del paisaje ecuatoriano se entremezclan con el deporte extremo. Un enamorado del riesgo creó un parque de aventuras en lo alto del mirador, llamado Parque Aventuri. Allí, por unos pocos dólares, podrás observar Cuenca a vista de pájaro montado en un increíble columpio. Una atracción no apta si tienes vértigo.