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Lago Titicaca

Pocas fronteras entre países pueden presumir de tener una Reserva Natural como la del Lago Titicaca; el lago navegable con más altura en todo el mundo. Situado entre Perú y Bolivia, su vegetación, la tranquilidad de sus aguas y las islas que alberga en su interior son todo un regalo de la naturaleza. ¿Te animas a recorrer sus aguas?

La historia del Lago Titicaca

La antigüedad de este lago se sitúa en torno a los 3 millones de años y una de tantas leyendas en este lugar es la de que allí nació el Imperio Inca. Manco Capac y Mama Ocllo eran descendientes del dios del Sol y emergieron de las aguas en una isla del mismo nombre. Una vez en tierra, el dios de la lluvia y del Universo, Wiracocha, les dio la orden de buscar un lugar para levantar el imperio, y así nació Cusco.

Dejando los misterios del Lago Titicaca a un lado, en 1978 pasó a ser declarado como una Reserva Nacional, con la financiación del gobierno peruano y con el objetivo de conservar los recursos naturales. Dentro de la Reserva se incluye no solo el lago, sino también las zonas de cultivo próximas y los islotes.

Cómo llegar al Lago Titicaca

Puesto que se encuentra en la misma frontera entre Perú y Bolivia, es posible llegar hasta él desde ambos países. Si nos encontramos en Perú, hay que dirigirse a Puno, y se puede acceder tanto en tres como en autobús o en avión. Además, esta ciudad es el mayor asentamiento a orillas del lago y la mejor para conocer la auténtica cultura y las tradiciones del país.

Si hemos decidido viajar a Bolivia, también puede accederse desde allí. Desde La Paz salen autobuses que llegan hasta Copacabana; un centro turístico también situado junto al lago donde también encontraremos multitud de tiendas de artesanía y restaurantes en los que degustar la gastronomía local. Y en cuanto al tiempo en el Lago Titicaca, la mejor época es entre noviembre y abril.

Qué hacer en el lago Titicaca

Si tienes pensado viajar al lago Titicaca, lo imprescindible es navegar sobre sus tranquilas aguas. Gracias al reflejo del sol, estas se muestran brillantes, y junto a su riqueza vegetal y animal, como la totora y especies acuáticas poco tradicionales, conforman una estampa de gran belleza.

Pero además de este paseo, sus islotes flotantes merecen también una visita. Sin duda, son el lugar idóneo para descubrir la auténtica tradición de su pueblo y su forma de vida, completamente adaptados a la vida en este entorno.

Islas de los Uros

Las Islas flotantes de los Uros se componen de 80 islas artificiales, y en cada una de ellas habita un clan. Aunque debido al turismo y al aumento de sus ingresos su población está dejando atrás los hábitos ancestrales, aún hay familias que habitan en las casas flotantes. Y así, es común ver incluso a niños navegando a bordo de embarcaciones fabricadas con totora, un junco acuático, para acudir a la escuela.

Isla Taquile

Se trata de la isla de mayor tamaño dentro de la parte peruana y se sitúa a tan solo unos 40 km de Puno. No obstante, llegar hasta su pueblo no es un paseo apto para todos los públicos, ya que implica subir 560 peldaños. Pero quienes sean capaces de subirlos, disfrutarán de una vista absolutamente impresionante. Desde allí, se puede divisar la orilla del otro lado del lago. En cuanto a su población de origen quechua, se mantienen las costumbres de sus antepasados. Además de las vestimentas características que llevan, los hombres son los que se dedican a tejer.

Isla Amantaní

Desde Puno también se puede acceder hasta la isla Amantaní. Son 4 horas de viaje que nos transportan a un lugar poco turístico, en el que ni siquiera hay electricidad, así que las opciones para el hospedaje son las casas de las familias locales. Además de la belleza del lugar, cuenta con dos senderos imprescindibles; el Pachatata y el Pachamama, en los que quedan algunas ruinas.

Isla del Sol

Esta isla es la que menciona la leyenda cuando habla del nacimiento del Imperio Inca. Con 14 km² de superficie, es la de mayor tamaño. Para llegar, se tarda unas dos horas en lancha desde Copacabana. La parte norte de la isla pertenece a los Challapampa, mientras que la parte sur a los Yumani. En tres horas se pueden contemplar asentamientos, más de 80 restos arqueológicos, senderos y pequeñas bahías.

Si quieres descubrir este fantástico lugar y no perderte ninguno de sus encantos, ¡en Iberojet estamos encantados de llevarte! Un viaje que te transportará a culturas pasadas y que te revelará las maravillas de otra civilización. ¡La Pachamama te espera en nuestro Circuito por Bolivia!

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